En los evangelios “los fariseos” no son personajes históricos a los que tuvo
que enfrentarse Jesús; el fariseísmo es
un sistema y una concepción de la vida, una forma de comprensión y de vivencia
religiosa, una tentación permanente para
nosotros los cristianos en la que incluso, en mayor o menos medida, toda/os
caemos. Lucas es una voz de alerta a las
comunidades tentadas a aclimatarse al ambiente fariseo de la sinagoga, hoy de
la iglesia.
El fariseo
“cumple” literalmente con lo mandado,
pero “miente” porque
actúa hipócritamente, porque el exterior no corresponde con el interior, porque
su bondad no brota del corazón, como pide Jesús. Legalmente en regla, seguro de si mismo ante Dios, incluso con
derecho a pasar factura por su comportamiento,
sintiéndose superior a los demás.
La parábola contiene una llamada a realizarlo
todo desde el amor.
Hay una manera de entender la moral y obedecer a la ley de Dios que no humaniza ni libera. Es la postura del hijo mayor de la parábola que puede decir a su padre que “ jamás he dejado de cumplir una orden tuya ”(Lc 15.29) y sin embargo es un hombre incapaz de acoger a su hermano, amar y perdonar a su hermano.
Abrirse al Dios
revelado en su Hijo Jesús no es limitarse a obedecer unas leyes, es antes que
nada acoger su amor gratuito, dejar crecer en nosotros su presencia amorosa y
disponernos amar a los hombres como hijos de ese Padre que ama a justos y
pecadores. “Solo el que ama ha nacido de
Dios y conoce a Dios, porque Dios es
Amor” (Jn. 4,7) La autosuficiencia cierra la entrada a Dios...... Atilano.-
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