Reconocer a Jesús, no consiste en hacer lo “que Dios manda”, sino “lo que Dios quiere”….
Aquí
está el secreto para saber si somos hijos en la Casa del Padre o criados,
o empleados egoístas e
interesados. “Señor que quieres que haga”
(Hch 22,10) pregunta Pablo en el momento de su conversión. No pregunta “¿Qué mandas?, sino
“ que quieres?”
Estar convertido, reconocer de verdad a Jesús,
como el Señor de nuestra vida personal, familiar, comunitaria, consiste en
poner toda nuestra alegría en complacer a Dios, como tantas veces recomienda Pablo a los miembros de sus
comunidades (1Ts 4,1) Este deseo “complacer” o “agradecer”
al Señor ha de llevarnos a discernir su
voluntad a través de los mediadores de las que se sirve: la
llamada a la comunidad a responsabilizarse de tareas, no dejar para cuando no tengamos nada, para nuestra presencia y labores en la comunidad o
colaborar en trabajos comunitarios, las
necesidades apremiantes de nuestro entorno,
las sugerencias de los hermanos, compañeros de la comunidad cristiana,
el ejemplo y la generosidad de otros seguidores de Jesús, los acontecimientos que suponen para nosotros una
interpelación, la preparación y el carisma que cada uno tiene. Todos estos pueden ser cauces para reconocer
la voluntad del Señor sobre nosotros.
Esta disponibilidad para hacer siempre y en todo la voluntad del Señor
es la que evita servir a dos señores
(Mt.6,24) No se puede ser militante
de dos partidos políticos y estar con dos líderes opuestos. No se puede y
honrar a Dios en el templo, la comunidad, y al ídolo de la comodidad, del
consumo, de la presunción, del autoritarismo fuera del templo. Como dice el dicho castellano: no se puede
prender una vela a Dios y otra l diablo.
Lo decíamos la semana pasada,
hagamos todo inspirados por la fe en Jesús y realizando su voluntad,
trabajando por el Reino.
Breve
fragmento del comentario de “El Don de
la Palabra” de Atilano Alaíz. (2002) ciclo C
Autorizado por el autor.