Todo está encadenado en esta, nuestra historia, en
la vida.
Un gran abrazo. Miguel Ángel Mesa.
Un día fui
silencio
Un día fui
silencio.
Formé parte de
las primeras
moléculas de
helio e hidrógeno.
Y me acunó el
movimiento
de la expansión
del universo.
Un día fui polvo
sideral.
Me protegieron
las estrellas
en sus vientres
de magma y fuego.
Muchas de ellas
explotaron
y me invitaron a
viajar por el firmamento.
Un día sentí el
calor, la leve luz del sol.
Fui escama,
vientre, cerebro, sangre.
Y me adormecí en
el ala del colibrí.
Soñé con los
ojos cerrados
desde las
profundidades abisales del océano.
Un día fui
ternura.
Y me uní en un
abrazo que acabó
de nuevo en
explosión y dulce dolor.
Nací de un
manantial, y desde altas cumbres
me fui
deslizando por el río de la vida.
Un día sin días,
ni tiempo, ni espacio,
fui la nada,
estrechado ardorosamente por la nada,
deseando dejar
de ser solo la nada.
Y fui. Todo fue.
Y vi que todo estaba
espléndidamente
encadenado.
Entonces nació
de la nada un gesto.
Y fui sonrisa. Y
palabra.
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