lunes, 3 de diciembre de 2012

Todo está encadenado en esta, nuestra historia, en la vida.
Un gran abrazo. Miguel Ángel Mesa.

Un día fui silencio

Un día fui silencio.
Formé parte de las primeras
moléculas de helio e hidrógeno.
Y me acunó el movimiento
de la expansión del universo.


Un día fui polvo sideral.
Me protegieron las estrellas
en sus vientres de magma y fuego.
Muchas de ellas explotaron
y me invitaron a viajar por el firmamento.

Un día sentí el calor, la leve luz del sol.
Fui escama, vientre, cerebro, sangre.
Y me adormecí en el ala del colibrí.
Soñé con los ojos cerrados
desde las profundidades abisales del océano.

Un día fui ternura.
Y me uní en un abrazo que acabó
de nuevo en explosión y dulce dolor.
Nací de un manantial, y desde altas cumbres
me fui deslizando por el río de la vida.

Un día sin días, ni tiempo, ni espacio,
fui la nada, estrechado ardorosamente por la nada,
deseando dejar de ser solo la nada.
Y fui. Todo fue. Y vi que todo estaba
espléndidamente encadenado.

Entonces nació de la nada un gesto.
Y fui sonrisa. Y palabra.
 

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