LOS OJOS FIJOS EN JESUS
Domingo 1º de Cuaresma /
"C"/
17 de Febrero 2013 - P. Pancho.
Partimos de la vida.-
Esta semana el mundo se vio sacudido
por la renuncia del Papa. Todos nos sentimos sorprendidos, "consternados"
ante un hecho que no habíamos imaginado que podía suceder. En la medida en que
se difundía la noticia, crecían en todos los rincones del mundo las hipótesis
de interpretación, las conjeturas, las presunciones, generalmente alarmistas.
Sobre todo los "medios" de comunicación se encargaron inmediatamente
de atribuir la decisión tomada por el Papa, a tales o cuales posibles motivos, rescatados de una lectura de "techos abajo", cuando no
sustentada por la tendencia imperante a ver, detrás de todos los hechos,
sospechas, intrigas y conflictos internos en la Iglesia o una motivación
"conspirativa". Hasta el rayo que se descargó sobre la cúpula de San
Pedro, en la tormenta de esa noche, fue interpretado como un signo de condena.
Nosotros no entramos en ese juego y,
si cabe, nos defendemos de contaminarnos
con el "mal espíritu", que empuja a juzgar los hechos con criterios, a veces, tan retorcidos.
Creemos que a nosotros nos toca respetar,
agradecer y aplaudir una decisión de verdad trascendente para la Iglesia,
por ser un testimonio, de parte de Benedicto XVI, de coherencia con los criterios del Evangelio. "La palabra coherencia quizás es la que más
se adecúa a este gesto, en el que se
muestra al mundo que en la Iglesia lo importante es el servicio y que las
personas vamos de paso".
Este hecho nos puede servir como
punto de partida, como Palabra que Dios nos dirige desde la vida, para ir al
encuentro de la Palabra escrita en la Biblia y que acaba de ser proclamada,
para iluminar nuestra vida y alimentar nuestra fe.
Nos ilumina
la Palabra del Señor.-
La escucha del "credo
histórico" del pueblo de Israel (1ª Lectura Dt 26,4-10), al
comienzo de esta Cuaresma, es una invitación a ir al encuentro de nuestra
propia "historia de salvación" y
a cultivar la capacidad para "ver la
realidad" como "espacio"
donde Dios se "manifiesta" y desde el cual nos está diciendo algo y reclamando nuestra respuesta.
Israel, de ser un pueblo
"errante" y "esclavizado", pasó a ser un pueblo
"liberado" por Dios y radicado en la "tierra" que él mismo
le entregó. La condición de aquel pueblo
y la acción de Dios hacen la "historia de la salvación". Ver y
creer, en la acción de Dios, convertirá a Israel en "pueblo de Dios".
"El escuchó nuestro clamor, miró
nuestra opresión... él nos sacó de Egipto...y nos dio esta tierra. Por eso,
ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo qué tú, Señor, me has
dado". Cuando Israel se olvide de la acción liberadora de Dios, ya no
se acuerde de lo que Dios hizo por él, se habrá apartado de la Alianza, habrá
dejado de ser "pueblo de Dios".
Pablo cita la Sagrada Escritura: "Nadie que cree en él quedará
defraudado" (2ª Lect. Rm 10,8-13).
Y el gran referente de esta fe es
Jesús. Nadie como él construyó su vida sobre la "roca" de la fe, en
el Padre, en su Proyecto, en su Palabra; "lleno
del Espíritu Santo... llevado por el Espíritu Santo" ( Lc 4, -13).
Es
por eso que entramos en este camino de la Cuaresma con "los ojos fijos en Jesús".
Mirando a Jesús, es que queremos, en
este "Año de la Fe", convertirnos
a los criterios del Evangelio, como luz que nos muestra el camino para no caer
en la tentación que pretende apartarnos de la confianza en el Padre y
convertirlo, así, en un Dios "mago", para solucionar nuestros
problemas.
Mirando a Jesús, es que queremos
optar, como él, por la fidelidad a la "ley
de la Encarnación"; para no
caer en la tentación de pactar con el mal, ni para hacer el bien; despojarnos
del poder, no tranzar con los poderosos, sino vivir para servir y no para ser
servidos.
Mirando a Jesús, es que queremos
avanzar en la fidelidad al "Proyecto
del Padre", el Proyecto del Reino, y al camino que él nos señala para
realizarlo; que no es el camino del "triunfalismo" ni de los "eventos"
impactantes, sino el camino del "grano
de mostaza"; no temer ser pequeños, humildes y sencillos, porque así
los pequeños, los humildes y sencillos podrán experimentar la cercanía de Dios.
Volver al camino del "grano de
trigo", que solo en la oscuridad del surco, en la entrega, puede
desarrollar su fecundidad. (Jn 12,24).
Las tentaciones que enfrentó y
venció Jesús, a lo largo de toda su vida, hasta cuando estaba en la cruz (Mc
15, 29-32) no han perdido actualidad; continúan siendo las
"tentaciones" que nos "seducen" y seducen permanentemente a
la Iglesia.
La actitud loable de Benedicto XVI,
de renunciar, aparece como un signo privilegiado para testimoniar que en la
Iglesia de Jesús, como lo dijimos al principio, se puede ser fieles y
coherentes con el Evangelio, que Jesús vivió y enseñó.
Aquí en Eucaristía de hoy, al anciano Pontífice, que
hoy da un paso al costado con admirable libertad, para cumplir lo que Dios quiere
de él, le decimos "gracias", por su Ministerio como Pastor universal
y por su ejemplo de disponibilidad a la voluntad de Padre.
Como aquella "cesta de las
primicias" que los hebreos llevaban ante el Señor, confesando que los
frutos eran más de Dios que suyos, hoy nosotros, con actitud de fe profunda,
ofrecemos al Señor la vida de los que se "desviven"
sirviendo al Reino y a la Iglesia, en
obediencia y fidelidad al camino de Jesús.-
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