martes, 2 de abril de 2013

TERMINADAS LAS VACAIONES VOLVEMOS

LUEGO DE UN PARÉNTESIS  RETOMAMOS LA COMUNICACIÓN CON NUESTROS HERMANOS .      INICIAMOS  ESTE  PUENTE  CON UNA REFLEXION DE JUANJO CHAPARRO.

La elección de un nuevo Papa…
Cada elección de un sucesor de Pedro tiene sus propias circunstancias. La renuncia de Benedicto XVI sorprendió al mundo. Y nos dejó a los cristianos una sensación de paz y libertad. No renunciaba por presiones de fuerzas exteriores, o por influencia de grupos intraeclesiales, o por haber contraído algún mal o enfermedad irreversible que lo pusiera fuera de circulación…
sino con lucidez y serenidad, reconociendo sus limitaciones para timonear la Iglesia, dando ocasión así a un proceso sereno, preparado, pero al mismo tiempo cargado de expectativas, no sólo en la Iglesia sino en el mundo entero. Por algo fue la noticia del tiempo presente…
Los días del Cónclave comenzaron su rutina, aparecieron nombres de supuestos candidatos (el poder mediático utilizó al máximo el acontecimiento…), y también los cristianos del mundo expresaban sus deseos de cómo querrían que fuese el próximo Papa. No sólo eso, sino también soñando qué nuevo estilo tendría que adoptar la Iglesia de Jesús que camina en la Iglesia concreta, junto a otros grupos, movimientos y comunidades eclesiales que siguen a Jesús como su Señor…
La lógica previsible fue quebrada una vez más por la rápida elección del nuevo Papa. Alguien que no figuraba en las estadísticas, o en todo caso, que solo aparecía como quien podía acercar posiciones, colaborando, como siempre, desde la sencillez del segundo plano…Cualquiera que conoce bien a Jorge Mario Bergoglio diría que no estaba seguramente en el querer suyo ser Papa, en todo caso, como cristiano y jesuita, siempre dispuesto a lo que el Señor suscitara. Y así se percibió en su rostro: sereno, confiado, mirando su grey, de Roma y del mundo entero…
Primero, pidió por el Papa anterior: oró con sencillez, la oración de los pobres y sencillos: padrenuestro, avemaría y gloria…como suele orar el pueblo fiel, sin grandiosidades, alimentándose con la Palabra de Jesús el Señor y la fe de la Iglesia peregrina…
Tuvo también palabras de agradecimiento por la acogida del pueblo y los invitó a orar y trabajar por la fraternidad en el mundo…ES que la comunidad seguidora de Jesús se distingue por el amor, las relaciones nuevas, la acogida y la solidaridad, tal como él mismo ha intentado encarnar en su vida…
Luego un gesto común en él pero no por eso menos profético: pidió que oraran por él antes de dar su bendición, como recibiendo su compañía e intercesión, y habilitándose así para bendecir a todos…Sólo entonces, su bendición.
Finalmente, se despidió, deseando las buenas noches, y anticipando que iría a saludar a la Virgen al día siguiente…
Francisco es su nombre, como el de Asís, simple, evangélico…Para reconstruir la iglesia en la sencillez, pero también con gestos concretos. Como cuando tomaba un bus o un taxi o el metro en la ciudad de Buenos Aires para trasladarse. O como cuando alguna vez nos dijo a los misioneros claretianos de Argentina y Uruguay, terminando una celebración por nuestros 100 años en estas tierras: “Sigan la fiesta, que vale la pena celebrar. Y no se preocupen por mí, que yo me las arreglo para llegar a casa”, frente a nuestra insistencia por acercarlo…
Lo hemos visto caminar por las villas, junto a sus curas, como cuando caminó acompañando los restos del P. Daniel De la Sierra, que del cementerio de Flores, era trasladado a la capilla de su comunidad por una multitud inmensa…o acompañando a la gente en las plazas, en momentos de misión popular, animando a los misioneros a salir de las Iglesias para ganar la calle…o cuando llamaba a alguien que lo había estado buscando, sorprendiéndote con su voz y cercanía…
No sabemos qué será de su vida ni su influencia en la Iglesia, pero intuimos un nuevo espíritu, más simple, más cordial, más cercano a la vida de la humanidad…
Cuando a los 76 años pensaba en retirarse, el Señor lo invitó a seguir la misión, en otra imposible de comparar con las anteriores. Como le sucedió a Abraham…como le sucedió a Pedro:” confirma a tus hermanos”. Y en su rostro, más allá de las palabras, adivinamos su respuesta. “Señor, tú sabes que te amo…” “Aquí estoy”.

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