EL
ESPÍRITU DE LA VERDAD
Jesús
se está despidiendo de sus discípulos. Los ve tristes y abatidos. Pronto no lo
tendrán con él. ¿Quién podrá llenar su vacío? Hasta ahora ha sido él quien ha
cuidado de ellos, los ha defendido de los escribas y fariseos, ha sostenido su
fe débil y vacilante, les ha ido descubriendo la verdad de Dios y los ha
iniciado en su proyecto humanizador.
Jesús
les habla apasionadamente del Espíritu. No los quiere dejar huérfanos. Él
mismo
pedirá al Padre que no los abandone, que les dé “otro defensor” para que
“esté siempre con ellos”. Jesús lo llama “el Espíritu de la verdad”.
¿Qué se esconde en estas palabras de Jesús?
Este
“Espíritu de la verdad” no hay que confundirlo con una doctrina. Esta verdad no
hay que buscarla en los libros de los teólogos ni en los documentos de la
jerarquía. Es algo mucho más profundo. Jesús dice que “vive con nosotros y
está en nosotros”. Es aliento, fuerza, luz, amor... que nos llega del
misterio último de Dios. Lo hemos de acoger con corazón sencillo y confiado.
Este
“Espíritu de la verdad” no nos convierte en “propietarios” de la verdad. No
viene para que impongamos a otros nuestra fe ni para que controlemos su
ortodoxia. Viene para no dejarnos huérfanos de Jesús, y nos invita a abrirnos a
su verdad, escuchando, acogiendo y viviendo su Evangelio.
Este
“Espíritu de la verdad” no nos hace tampoco “guardianes” de la verdad, sino
testigos. Nuestro quehacer no es disputar, combatir ni derrotar adversarios,
sino vivir la verdad del Evangelio y “amar a Jesús guardando sus mandatos”.
Este
“Espíritu de la verdad” está en el interior de cada uno de nosotros
defendiéndonos de todo lo que nos puede apartar de Jesús. Nos invita abrirnos
con sencillez al misterio de un Dios, Amigo de la vida. Quien busca a este Dios
con honradez y verdad no está lejos de él. Jesús dijo en cierta ocasión: “Todo
el que es de la verdad, escucha mi voz”. Es cierto.
Este
“Espíritu de la verdad” nos invita a vivir en la verdad de Jesús en medio de
una sociedad donde con frecuencia a la mentira se le llama estrategia; a la
explotación, negocio; a la irresponsabilidad, tolerancia; a la injusticia,
orden establecido; a la arbitrariedad, libertad; a la falta de respeto,
sinceridad...
¿Qué
sentido puede tener la Iglesia de Jesús si dejamos que se pierda en nuestras
comunidades el “Espíritu de la verdad”? ¿Quién podrá salvarla del autoengaño,
las desviaciones y la mediocridad generalizada? ¿Quién anunciará la Buena
Noticia de Jesús en una sociedad tan necesitada de aliento y esperanza?
No hay comentarios:
Publicar un comentario