Siento la necesidad de agradecer tantos gestos de amistad y cariño que a lo largo de todo este tiempo con salud o enfermedad los he sentido muy cerca. La certeza de quien sabe que lo más lindo que nos pasa a los seres humanos es dar cariño y recibir cariño y que nos hace ver la vida desde otro lugar. Cuando en el andar te va quedando la serenidad de que hay pocas cosas importantes y menos las urgentes y que aprender a vivir lo cotidiano como el centro de la espiritualidad al estilo de Jesús el amigo y maestro, se hace todo más sencillo y cálido en el corazón. Porque en definitiva nos llevaremos el corazón repleto de nombres y rostros que presentaremos como lo mejor que hemos hecho. Abrazo.
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