ecleSALia 13 de
octubre
de
2014
"PREMIO ALANDAR 2011"
PATRICIA PAZ, ppaz1954@gmail.com
BUENOS AIRES (ARGENTINA).
Hoy la Iglesia está viviendo un
“Sínodo Extraordinario de Obispos sobre la Familia”. Francisco en su discurso
inaugural les pidió a los participantes que hablaran con libertad, sin temor a
decir lo que piensan. Este es un primer paso para poder hacer los cambios que
está reclamando el pueblo fiel. Otro paso muy importante es “leer los signos de
los tiempos”. No se trata de mantener normas y doctrinas que ya casi nadie
practica, si no de escuchar y mirar cómo se viven hoy las relaciones familiares,
sobre todo los jóvenes. Cuando una institución insiste en poner reglas que nadie
cumple pierde autoridad y vigencia. Me temo que es lo que está pasando con la
Iglesia Católica. Hay cosas que están tan alejadas de la realidad que muchas
veces me pregunto a quién le están hablando los obispos. Sin ir más lejos
pensemos en la encíclica “Humanae Vitae”…
¿Está en crisis la familia o lo que
entendemos por familia? ¿No será que en el término “familia” entran hoy otras
situaciones que no implican únicamente madre-padre-hijos? Sea como fuere, la
Iglesia, si quiere seguir siendo “madre y maestra” tendrá que buscar la manera
de llegar con su mensaje y de acoger a todos. El objetivo debería de ser ayudar
a las personas a vivir relaciones cada vez más humanas. No se trata de adaptarse
y aceptar cualquier cosa, sino de volver a mirar cada norma y cada doctrina y
ver si todavía tienen sentido. Revisar el porqué de cada cosa a la luz de los
descubrimientos exegéticos, culturales, sociales, científicos, psicológicos,
antropológicos, etc... No podemos mantener normas que se dictaron hace cientos
de años cuando la cosmovisión era totalmente otra. La moral sexual católica
adolece en muchos casos de una antropología inadecuada. Por eso tenemos que
preguntarnos acerca de la validez de lo que hoy decimos que es moral o inmoral
en nuestra vida social, sexual y familiar.
Como dijo el Cardenal Kasper: "El
Evangelio no es un museo, no es un código penal, no es un código de doctrinas y
mandamientos. Es una realidad viviente en la Iglesia y nosotros tenemos que
caminar con todo el pueblo de Dios y ver cuáles son sus necesidades. Algunos
cardenales temen que haya un efecto dominó y que, si se cambia un punto, todo
colapse". Creo que lo que hay que cambiar es mucho más que un punto y me parece
que el peligro es al revés, si no se animan a cambiar, no habrá seguramente un
colapso, pero poco a poco la Iglesia irá perdiendo cada vez más vigencia y
entonces el mensaje ya no llegará a “los confines de la tierra”. Francisco nos
convocó para que como comunidad reflexionemos. Ahora los obispos tienen la
oportunidad de hacer los cambios necesarios. ¡Que el amor y la compasión, y no
el miedo, sean la fuerza que los anime a hacerlos!
(Eclesalia
Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su
procedencia).
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