El mural en anterior muestra pertenece a MAXIMINO CEREZO.- Jesús y el trabajo.-
J. I. González Faus. [La Vanguardia]
Tranquilo que no le van a pedir el DNI ni el NIF. Las siglas del título
aluden a la Doctrina Social de la Iglesia. Dicen muchos que ha
recobrado actualidad con motivo de nuestra crisis. Resumámosla para ver
por qué.
1. Principio general: bien común y subsidiariedad.
Toda la DSI se apoya en un axioma básico: el fin de toda actividad
política y económica es el llamado “bien común”, no bienes particulares.
Se define ese bien común como “conjunto de condiciones de la vida
social que hace posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros
el logro más pleno y más fácil” de su humanidad (GS 26,1). Subrayando la
legitimidad de defensa cuando esto no se cumple (GS 74,1).
Pero ese bien común debe realizarse complementándolo con el
“principio de subsidiariedad”, proclamado por Pío XI y mirado como una
de las más serias aportaciones de la Iglesia: lo que puedan hacer los de
cerca que no lo hagan los de lejos; lo que pueden hacer los de abajo
que no lo hagan los de arriba: lo que puede la iniciativa privada que no
lo haga el Gobierno (QA 79; MM 53). El
Estado tiene un papel imprescindible pero siempre supletorio o
corrector. Lástima que la Iglesia haya practicado eso tan poco.
2. Economía sometida a la política, no al revés. Pío
XII recordó que ya León XIII declaraba a los políticos “ser obligación
suya procurar el bienestar de todo el pueblo, particularmente de los
débiles y desheredados”. Según Pío XII el Estado casi no tiene otra
razón de ser que garantizar la defensa de los pobres: pues (citando otra
vez a León XIII) “la raza de los ricos, como se puede amurallar con sus
propios recursos, necesita menos del amparo de la pública autoridad;
(pero) el pueblo pobre, como carece de medios propios con que
defenderse, tiene que apoyarse mucho en el patrimonio del Estado” (RN
22.23). Por eso hay que evitar “el error de que la autoridad civil sirva
al interés de unos pocos, pues fue establecida para procurar el bien de
todos” (PT 51).
O sea: exacto al revés de lo que pasa…
3. Trabajo por encima del capital, no al revés. “Las
riquezas o el capital se atribuyen demasiado a sí mismos” (QA 54). El
capital “no puede ser poseído contra el trabajo porque el único título
legítimo para su posesión es que sirva al trabajo, en forma de propiedad
privada o pública”. Desde esta perspectiva “es inaceptable la postura
del capitalismo que defiende el derecho exclusivo a la propiedad privada
de los medios de producción como dogma intocable de la vida económica”
(LE 12-14).
4. No a la búsqueda del máximo beneficio. “Oprimir
para provecho propio a los necesitados y desvalidos buscando la ganancia
en la pobreza ajena no lo permiten las leyes divinas ni las humanas”
(RN 14). Ingenuo Papa, pues las leyes humanas ¡vaya si lo permiten! La
economía “es viciosa si el capital abusa de los obreros para que los
negocios e incluso toda la economía se plieguen a su exclusiva voluntad
de provecho” (QA 101). “El provecho como motor esencial del progreso
económico… fue denunciado por Pío XI como imperialismo internacional del
dinero” (PP 26). “Un dominio ejercido del modo más tiránico por
quienes, teniendo en sus manos el dinero y dominando sobre él, se
apoderan de las finanzas y señorean sobre el crédito. En consecuencia,
una dictadura económica se adueña del mercado libre” (QA 104-105).
5. Salario justo. “Si el obrero, obligado por la
necesidad o acosado por el miedo de un mal mayor, acepta sin quererla,
una condición más dura porque la impone el patrono, esto es sin duda
soportar una violencia contra la cual reclama la justicia” (RN 32). “Que
los padres de familia reciban un sueldo suficientemente amplio para
atender convenientemente a las necesidades domésticas ordinarias” (QA
71). “El salario es la verificación concreta de la justicia del sistema
socioeconómico” (LE 19b).
A ver si se enteran Merkel y Rajoy…
6. Límites al derecho de propiedad. “Jamás debe
perderse de vista el destino universal de los bienes” (GS 69). “Todos
los demás derechos, incluido el de propiedad, están subordinados a eso.
La propiedad no es un derecho incondicional y absoluto… El bien común
exige a veces la expropiación” (PP 22.24). Y consecuencia de estos
principios:
7. Desautorización de nuestro sistema económico. “La
economía actual (está) plagada de vicios gravísimos” (Pío XI en 1931).
“Ha de tener algún vicio profundo, una radical insuficiencia este
sistema” (Pablo VI en 1964). Si eso valía entonces, ¿qué habría que
decir hoy? Vicio profundo porque el principio rector de nuestro sistema
es que lo más eficaz económicamente es pisotear los derechos humanos. La
DSI aparece así de una radicalidad y una actualidad llamativas. Se la
podrá aceptar o rechazar, pero al menos hay que denunciar la hipocresía
de esos grupos que dicen ampararse en el humanismo cristiano, mientras
pisotean las enseñanzas sociales cristianas y además presumen de
supuestos éxitos económicos conseguidos de forma tan anticristiana.
Puestos a soñar, esos principios serían más factibles si hubiera una
seria “coeducación social”, no sólo de género. En la escuela pública y
como condición indispensable para la concertada.
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