DOMINGO 19 DEL TIEMPO ORDINARIO /B
ATRACCIÓN POR JESÚS Yo soy el pan bajado del cielo.
El evangelista Juan repite una y
otra vez expresiones e imágenes de gran fuerza para grabar bien en las
comunidades cristianas que han de acercarse a Jesús para descubrir en él una
fuente de vida nueva. Un principio vital que no es comparable con nada que hayan
podido conocer con anterioridad.
Jesús es «pan bajado del cielo ».
No ha de ser confundido con cualquier fuente de vida. En Jesucristo podemos
alimentarnos de una fuerza, una luz, una esperanza, un aliento vital... que
vienen del misterio mismo de Dios, el Creador de la vida. Jesús es «el pan de
la vida ».
Por eso, precisamente, no es
posible encontrarse con él de cualquier manera. Hemos de ir a lo más hondo de
nosotros mismos, abrirnos a Dios y «escuchar lo que nos dice el Padre ». Nadie
puede sentir verdadera atracción por Jesús, «si no lo atrae el Padre que lo ha
enviado».
Lo más atractivo de Jesús es su
capacidad de dar vida. El que cree en Jesucristo y sabe entrar en contacto con
él, conoce una vida diferente, de calidad nueva, una vida que, de alguna
manera, pertenece ya al mundo de Dios. Juan se atreve a decir que «el que coma
de este pan, vivirá para siempre».
Si, en nuestras comunidades
cristianas, no nos alimentamos del contacto con Jesús, seguiremos ignorando lo
más esencial y decisivo del cristianismo. Por eso, nada hay pastoralmente más
urgente que cuidar bien nuestra relación con Jesús el Cristo.
Si, en la Iglesia, no nos sentimos atraídos por ese Dios encarnado en un hombre tan humano, cercano y cordial, nadie nos sacará del estado de mediocridad en que vivimos sumidos de ordinario. Nadie nos estimulará para ir más lejos que lo establecido por nuestras instituciones. Nadie nos alentará para ir más adelante que lo que nos marca nuestras tradiciones.
Si, en la Iglesia, no nos sentimos atraídos por ese Dios encarnado en un hombre tan humano, cercano y cordial, nadie nos sacará del estado de mediocridad en que vivimos sumidos de ordinario. Nadie nos estimulará para ir más lejos que lo establecido por nuestras instituciones. Nadie nos alentará para ir más adelante que lo que nos marca nuestras tradiciones.
Si Jesús no
nos alimenta con su Espíritu de creatividad, seguiremos atrapados en el pasado,
viviendo nuestra religión desde formas, concepciones y sensibilidades nacidas y
desarrolladas en otras épocas y para otros tiempos que no son los nuestros.
Pero, entonces, Jesús no podrá contar con nuestra cooperación para engendrar y
alimentar la fe en el corazón de los hombres y mujeres de hoy. José Antonio PAGOLA
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