DOMINGO 21 DEL TIEMPO ORDINARIO /B ¿POR QUÉ NOS QUEDAMOS?
JA-Pagola
Señor, ¿ a quién vamos a acudir?
Señor, ¿ a quién vamos a acudir?
Durante estos años se han
multiplicado los análisis y estudios sobre la crisis de las Iglesias cristianas
en la sociedad moderna. Esta lectura es necesaria para conocer mejor algunos
datos, pero resulta insuficiente para discernir cuál ha de ser nuestra
reacción. El episodio narrado por Juan nos puede ayudar a interpretar y vivir
la crisis con hondura más evangélica.
Según el evangelista, Jesús resume
así la crisis que se está creando en su grupo: «Las palabras que os he dicho
son espíritu y vida. Y, con todo, algunos de vosotros no creen». Es cierto.
Jesús introduce en quienes le siguen un espíritu nuevo; sus palabras comunican
vida; el programa que propone puede generar un movimiento capaz de orientar el
mundo hacia una vida más digna y plena.
Pero, no por el hecho de estar en
su grupo, está garantizada la fe. Hay quienes se resisten a aceptar su espíritu
y su vida. Su presencia en el entorno de Jesús es ficticia; su fe en él no es
real. La verdadera crisis en el interior del cristianismo siempre es ésta:
¿creemos o no creemos en Jesús?
El narrador dice que «muchos se
echaron atrás y no volvieron a ir con él». En la crisis se revela quiénes son
los verdaderos seguidores de Jesús. La opción decisiva siempre es ésa: ¿quiénes
se echan atrás y quiénes permanecen con él, identificados con su espíritu y su
vida? ¿Quién está a favor y quién está en contra de su proyecto?
El grupo comienza a disminuir. Jesús no se irrita, no pronuncia ningún juicio contra nadie. Sólo hace una pregunta a los que se han quedado junto a él: «También vosotros queréis marcharos ?». Es la pregunta que se nos hace hoy a quienes seguimos en la Iglesia: ¿Qué queremos nosotros? ¿Por qué nos hemos quedado? ¿Es para seguir a Jesús, acogiendo su espíritu y viviendo a su estilo? ¿Es para trabajar en su proyecto?
La respuesta de Pedro es ejemplar: «Señor, ¿a quién vamos a acudir. Tú tienes palabras de vida eterna». Los que se quedan, lo han de hacer por Jesús. Sólo por Jesús. Por nada más. Se comprometen con él. El único motivo para permanecer en su grupo es él. Nadie más.
Por muy dolorosa que nos parezca, la crisis actual será positiva si los que nos quedamos en la Iglesia, muchos o pocos, nos vamos convirtiendo en discípulos de Jesús, es decir, en hombres y mujeres que vivimos de sus palabras de vida.
B
El grupo comienza a disminuir. Jesús no se irrita, no pronuncia ningún juicio contra nadie. Sólo hace una pregunta a los que se han quedado junto a él: «También vosotros queréis marcharos ?». Es la pregunta que se nos hace hoy a quienes seguimos en la Iglesia: ¿Qué queremos nosotros? ¿Por qué nos hemos quedado? ¿Es para seguir a Jesús, acogiendo su espíritu y viviendo a su estilo? ¿Es para trabajar en su proyecto?
La respuesta de Pedro es ejemplar: «Señor, ¿a quién vamos a acudir. Tú tienes palabras de vida eterna». Los que se quedan, lo han de hacer por Jesús. Sólo por Jesús. Por nada más. Se comprometen con él. El único motivo para permanecer en su grupo es él. Nadie más.
Por muy dolorosa que nos parezca, la crisis actual será positiva si los que nos quedamos en la Iglesia, muchos o pocos, nos vamos convirtiendo en discípulos de Jesús, es decir, en hombres y mujeres que vivimos de sus palabras de vida.
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