27 Tiempo Ordinario – B (Marcos 10,2-16) ARROPAR A LOS
PEQUEÑOS
El episodio parece insignificante. Sin embargo,
encierra un trasfondo de gran importancia para los seguidores de Jesús. Según
el relato de Marcos, algunos tratan de acercar a Jesús a unos niños y niñas que
corretean por allí. Lo único que buscan es que aquel hombre de Dios los pueda
tocar para comunicarles algo de su fuerza y de su vida. Al parecer, era una
creencia popular.
Los discípulos se molestan y tratan de
impedirlo. Pretenden levantar un cerco en torno a Jesús. Se atribuyen el poder
de decidir quiénes pueden llegar hasta Jesús y quiénes no. Se interponen entre
él y los más pequeños, frágiles y necesitados de aquella sociedad. En vez de
facilitar su acceso a Jesús, lo obstaculizan.
Se han olvidado ya del gesto de Jesús que, unos
días antes, ha puesto en el centro del grupo a un niño para que aprendan bien
que son los pequeños los que han de ser el centro de atención y cuidado de sus
discípulos. Se han olvidado de cómo lo ha abrazado delante de todos,
invitándoles a acogerlos en su nombre y con su mismo cariño.
Jesús se indigna. Aquel comportamiento de sus
discípulos es intolerable. Enfadado, les da dos órdenes: «Dejad que los
niños se acerquen a mí. No se lo impidáis». ¿Quién les ha enseñado a
actuar de una manera tan contraria a su Espíritu? Son, precisamente, los
pequeños, débiles e indefensos, los primeros que han de tener abierto el acceso
a Jesús.
La razón es muy profunda pues obedece a los
designios del Padre: «De los que son como ellos es el reino de Dios».
En el reino de Dios y en el grupo de Jesús, los que molestan no son los
pequeños, sino los grandes y poderosos, los que quieren dominar y ser los
primeros.
El centro de su comunidad no ha de estar ocupado
por personas fuertes y poderosas que se imponen a los demás desde arriba. En su
comunidad se necesitan hombres y mujeres que buscan el último lugar para
acoger, servir, abrazar y bendecir a los más débiles y necesitados.
El reino de Dios no se difunde desde la
imposición de los grandes sino desde la acogida y defensa a los pequeños. Donde
estos se convierten en el centro de atención y cuidado, ahí está llegando el
reino de Dios, la sociedad humana que quiere el Padre.
José
Antonio Pagola
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