JuanJosé TAMAYO teólogo,director de la cátedra de teología y ciencias de las religiones en la Universidad Carlos III de Madrid.
Luego de una larga disertación sobre el tema concluye: (arículo completo en el Blog)
Necesidad de un cambio estructural en la Iglesia católica
Pero, aun así y todo, en el organigrama eclesiástico siguen imperando la
masculinidad hegemónica y el patriarcado homofóbico. No hay más que ver
la organización jerárquico-patriarcal de la Iglesia católica: el papa,
los cardenales, los arzobispos y obispos, las conferencia episcopales,
los sacerdotes, los diáconos, el gobierno de la Iglesia (la Curia
romana), los presidentes de las Congregaciones romanas, los responsables
de la las instituciones judiciales, los miembros de la Comisión de
cardenales nombrada por Francisco para la reforma de la Iglesia, los
miembros del Sínodo de obispos sobre la familia con voz y voto, los que
presiden y administran los sacramentos: ¡Todos hombres!
¿Y las mujeres? No son consideradas sujetos eclesiales, ni morales,
ni sacramentales, son excluidas de los espacios de responsabilidad
eclesial, del ámbito de lo sagrado, de los ministerios eclesiales, de la
reflexión teológica “magisterial”, de la elaboración de la moral, de la
representación eclesial. Los homosexuales son también excluidos de
dichos espacios.
La organización patriarcal homofóbica no es una excepción o una
desviación de la norma. Responde al más estricto cumplimiento y es la
más escrupulosa aplicación de la legislación y de la actual normativa en
la Iglesia católica, tal como se fija en el vigente Código de Derecho
Canónico (promulgado por el papa Juan Pablo II, 25 de enero de
1983), que ha suplantado al Evangelio.
Más todavía: esta organización se pretende justificar teológica y
bíblicamente apelando a los orígenes de la Iglesia, a su fundación
divina, al orden jerárquico-patriarcal establecido por Jesús de Nazaret,
conforme a la elección solo de hombres y al principio de la sucesión
apostólica, a la que solo tienen acceso los hombres. Por ello, al ser de
origen divino y al responder a la voluntad del fundador, tal
organización se considera inmutable e irreformable.
¿Dónde está la trampa de este razonamiento? En que no responde a los
orígenes del cristianismo, ni al movimiento que puso en marcha Jesús de
Nazaret, sino que es una reconstrucción ideológica dictada por el deseo
de perpetuación de la hegemonía patriarcal en todos los campos dentro de
la Iglesia: el doctrinal, el moral y el organizativo.
Estoy de acuerdo con las denuncias, con las condenas, con las sanciones,
y contra la tolerancia ante los numerosos casos de pederastia que se
han producido y siguen produciéndose en todos los grados de la clerecía y
en las diferentes instituciones católicas. Pero no es suficiente. Es
necesario cambiar la actual estructura mental, organizativa y
legislativa autoritaria de la Iglesia, que es patriarcal, homófoba y
hegemónico-masculina, por otra que sea realmente igualitaria e
inclusiva. Juan José Tamayo (Teólogo)
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