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Un
corazón lleno de nombres
El
martes pasado participé en una mesa redonda, en un acto en el que se presentaba
el libro Casaldáliga. Su gente, sus causas, editado por Claret. El marco incomparable
fue la iglesia de San Antón, un lugar en el que Pedro se hubiera encontrado muy
a gusto, junto a los marginados y las víctimas de la exclusión y la crisis de
nuestro sistema económico en pleno Madrid. Fue un acto cargado de emoción,
porque todos los que participamos llevamos a Pedro y sus causas en nuestro
corazón.
Fernando Prado, director de
Publicaciones Claretianas (en la que publiqué en 2012 mi libro Los cinco
minutos con Pedro Casaldáliga) enmarcó el acto, haciendo una breve y sentida
semblanza de la trayectoria de Pedro.
El P. Ángel, de
Mensajeros de la Paz y párroco de San Antón, mostró con cálidas palabras su
admiración a la persona y a la obra del obispo de Sao Félix durante su larga
vida de compromiso.
Joan Guerrero,
el artífice de las preciosas fotografías del libro, mostró una
emocionada declaración de afecto hacia Pedro, comunicándonos cómo había
cambiado su vida la relación con él.
Marcel-lí López,
de Editorial Claret,
nos explicó cómo había sido la laboriosa edición del libro y las distintas
partes del mismo. Una edición muy cuidada, con preciosas imágenes y una cuidada
selección de poemas para cada fotografía.
Eduardo Lallana,
de la ONG Tierra Sin Males, nos comentó cómo se había puesto en contacto con
Pedro y de qué forma había surgido la asociación, de la que es presidente
honorífico Casaldáliga.
Yo también hice
una breve síntesis de mi relación personal con Pedro, que ya dura
unos 25 años y el impacto que me produjo la visita inolvidable que le hice a
Sao Félix, al celebrar los 25 años de matrimonio con Marisa.
Al final se
proyectó un vídeo magnífico sobre la vida de Pedro Casaldáliga, su gente y sus
causas, desde que llegó a Brasil, hasta hace unos años, ya acompañado por su
imparable e implacable hermano Parkinson.
Fue una cálida
tarde de junio para homenajear, no a alguien desaparecido, sino a
alguien muy vivo, que sigue acogiendo y abrazando en su casa a quien se quiera
acercar a saludarle.
Pedro es una
persona muy importante por su trayectoria vital: perseguido por
defender a los posseiros e indígenas, enfrentado al latifundio, al sistema
neoliberal que excluye y empobrece y, por todo ello, amenazado de muerte muchas
veces, hasta hace muy poco tiempo. Defensor de la liberación de la mujer,
del pueblo negro, de los campesinos sin tierra. Iniciador del macroecumenismo,
de una nueva forma de ser Iglesia de Jesús, más participativa, fraterna, pobre
entre los empobrecidos, defensor de los marginados en la sociedad y en la
Iglesia. Un obispo diferente, evangélico, ejemplo para todos los obispos
del mundo, con las Bienaventuranzas como norma de vida. Es también el gran
poeta de la liberación, a quien admiro profundamente. Y tantas otras causas,
por las que solo quiere ser recordado.
Pedro
Casaldáliga es, sobre todo, un profeta de nuestros días. Seguidor de
Jesús, por quien se ha dejado seducir y traspasar, que ha vivido y vive hoy las
bienaventuranzas en plenitud, con una radicalidad a veces inusitada. Es un
cristiano que vive impregnado de una profunda espiritualidad y una mística
encarnada, sin evasiones, desde la realidad dura y conflictiva. Con una
esperanza que vive y comunica a tiempo y a destiempo, que sabe que hay que
trabajar en el día a día, para construir ese otro mundo posible, más fraterno y
justo, al que ha dedicado toda su existencia, el Reino de Dios, la Buena
Noticia a los pobres que anunció Jesús y por la que entregó su vida.
Pero, sobre
todo, es un hombre espléndido, rebosante de humanidad, alegre, con un
gran humor, entrañable, cercano, acogedor, atento. Como diría Antonio Machado,
un hombre “en el buen sentido de la palabra, bueno”.
Al recibir el
premio Internacional de la Generalitat de Cataluña, el año 2006, dijo que había
que “humanizar la humanidad practicando la proximidad”. Ese ha sido su
gran testimonio durante toda su vida, lo que nos deja en herencia, para seguir
llevándolo nosotros y nosotras a la práctica cotidiana.
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