viernes, 28 de octubre de 2016

CONFESAR A JESUCRISTO, reflexión de Atilano ALAIZ. agradecemos y compartimos.-



CONFESAR A JESUCRISTO HOY 

Sábado de la 28°semana.       Lucas 12,8-12: El Espíritu Santo os inspirará.

CONTEXTO HISTÓRICO
        Lucas continúa ofreciéndonos las consignas de Jesús para el tiempo de persecución y prueba.
        Los tiempos en que escribe son difíciles para las comunidades cristianas y sus miembros. Se acosaba y se acusaba a los cristianos en el mundo judío y en el mundo pagano.
         Las comunidades de Lucas ya saben la dura persecución y el martirio de algunos miembros de la Iglesia: la muerte de Esteban y de Santiago, el encarcelamiento de Pedro y Juan; ellas mismas está sufriendo persecución.

         Ser cristiano era pertenecer a un grupo sospechoso para los judíos; Jesús era un revolucionario, un antinacionalista; un revoltoso que quiso poner todo patas arriba. Eran unos blasfemos porque reconocían como mesías a un profeta condenado por la autoridad religiosa y abandonado por Dios en la cruz.
         Ser cristiano era sospechoso para los romanos. Los cristianos eran enemigos del imperio, del culto al césar, de la libertad de cultos, ya tildaban de idolatría todo lo que no fuera venerar a su Dios, un profeta judío ajusticiado como esclavo en una cruz, era idolatría. Resultaba una "necedad" (1 Cor 1,23) venerar como Dios a un hombre tan débil que le crucificaron.
        Lucas alienta a las comunidades en dificultades, anima a los cristianos ante la tentación de la apostasía evocando las palabras de Jesús y el ejemplo de tantos profetas de la Iglesia que han experimentado la luz y la fuerza del Espíritu.

SIEMPRE ES DIFÍCIL CONFESAR A CRISTO

          Ciertamente que en unas situaciones es más difícil la confesión del Señor que otras, pero siempre es difícil, cuando se le confiesa de verdad; siempre ha habido hay y habrá gente a la que le moleste la confesión de la fe.
           Les fue difícil a los apóstoles, a Pedro, confesar a Jesús cuando era enjuiciado, por eso le traicionó.
         Les era difícil a los amigos de Pablo dar la cara por él en el juicio en Roma, porque eso le traicionaron: “Todos me han dejado solo; que el Señor les perdone”...
        Hoy más que en otros tiempos.
        Hay gente que se ríe. "No se puede sacar el tema religioso porque provoca polémica o risa" -me dicen muchos-.
         Pero quizás lo que resulte más difícil es testificar a favor de Cristo injustamente tratado en el prójimo. Jesús asevera: "Todo lo que hiciereis con uno de éstos conmigo lo hicisteis" (Mt 25,40). A veces el prójimo indefenso se queda solo con su verdad.
         Alguien ha dicho muy atinadamente: "Contemplar un crimen en silencio es cometerlo."
          No es fácil poner la cara por el vecino, por el compañero de trabajo, por el familiar tratado injustamente. Y, sin embargo, el cristiano debe apostar, debe defender, "padecer persecución por la justicia" (Mt 5,10).
          Interpelante la desobediencia escolar del HelderCamara que se niega a pegar a un compañero que no ha sabido responder a una pregunta de la profesora. Cuando el interrogado no sabía contestar, la maestra dirigía la pregunta a otro; el que acertaba tenía que dar un bofetón al que no había sabido responder. HelderCamara se niega a ello. La maestra se va a quejar a la madre de Helder por la desobediencia de su hijo. La madre da la razón al hijo, razonando su postura y haciendo ver con toda claridad a la maestra que su comportamiento es antipedagógico e inhumano. La profesora lo entiende, reflexiona y, avergonzada, pide traslado de escuela.

CONVIENE QUE HAYA PERSECUCIÓN

         Las dificultades, incomprensiones y persecuciones son buenas.    
         Sirven para curtir en la fe. Ahí es donde se forjan los verdaderos cristianos.
          El presidente de la Conferencia EspiscopalBelga al primer ministro que le ofrecía apoyo y ayuda: "Denos un poco de persecución, pero no mucha".
          Es lo que decía Pablo: "Conviene que haya herejes para que se ponga de manifiesto quiénes son los verdaderos cristianos" (1 Cor 11,19).
          ¿Cómo podemos saber que le amamos si no hemos tenido dificultades en la vida, si no hemos dado nunca la cara por él?   

"LE CONFESARÉ ANTE MI PADRE"
         Jesús alienta a los suyos recordándoles que él testificará ante el Padre a favor de aquel que testificare a favor de él ante los hombres.
         "Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia porque de ellos es el Reino de los cielos" (Mt 5,10). El que da la cara goza de la paz de conciencia de haber sido leal con los demás y con su propia conciencia. El                 
traidor, el cobarde, tendrá el remordimiento de conciencia que suscita la traición.
        "No son comparables los sufrimientos de este mundo con la gloria que nos espera" (Rm 8,18).
         "No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer nada más" (Lc 12,4).
         Más vale morir por algo que vivir para nada.
         Es poco lo que nos puede suceder: Alguna incomprensión, alguna risita, alguna venganza.

CRISTIANOS DEL CANTO DEL GALLO

         En este sentido Martín Descalzo habla reiteradamente de los cristianos del "canto del gallo", cristianos que como Pedro confiesan a solas a Jesús como Mesías, pero luego le niegan en la hora de la persecución o de la dificultad.
         Cuando se les interpela, "no saben, no contestan".
         Con qué ardor confiesan otros y presumen de su ateísmo...
         A pesar de que vivimos en un clima de l8ibertad religiosa, los obispos vascos, en una densa y luminosa carta conjunta, denuncian la existencia de muchos cristianos vergonzantes. Sus palabras no tienen desperdicio.
          "Son bastantes los creyentes -afirman- que viven hoy su fe de manera vergonzante. Acobardados por el ambiente inhóspito e, incluso hostil, ocultan permanentemente su fe, sin expresar nunca ante nadie aquello que da sentido a su existencia cristiana.
        En algunos sectores cristianos se ha pasado en estos años de una actitud apologética segura y hasta agresiva a una postura de cierto complejo de inferioridad, como si en estos momentos no tuviéramos los creyentes nada válido que aportar.
         Sin embargo, la fe no se vive clandestinamente, a escondidas. La fe no puede quedar siempre en algo que se supone y se silencia. El creyente vive su adhesión al Dios de Jesucristo en el interior de su corazón pero lo confiesa con sus labios" (Rm 10,9). "Es impensable -afirma Pablo VI- que un hombre haya acogido la Palabra de Dios y se haya entregado al Reino, sin convertirse en alguien que, a su vez, da testimonio y anuncia el Evangelio" (Pablo VI, EN 24).
         Tal vez podemos dar ya algunos pasos. Muchos de nosotros convivimos o tenemos contacto con familiares y amigos que se han distanciado de la fe. ¿Por qué les hemos de ocultar nuestra experiencia creyentes, nuestras convicciones y las motivaciones que animan nuestra fe? ¿Por qué los padres cristianos han de renunciar tan fácilmente a expresar y testimoniar su fe ante sus hijos? ¿Por qué los educadores y profesores cristianos han de ocultar su identidad mientras otros alardean de su ateísmo? ¿Por qué hemos de silenciar los creyentes nuestra visión cristiana de la vida cuando otros manifiestan públicamente su actitud increyente?" (Obispos vascos, Creer en tiempos de increencia, Cuaresma-Pascua, 1988, nº 65).

CON LA FUERZA DEL ESPIRÍTU

         Además de recordar las promesas que tantas veces recuerda el Apocalipsis: "Al que venciere, le daré la corona de la victoria", Jesús promete el don del Espíritu que iluminará al testigo en una doble función:
a) Fortalecerá en el testimonio.
        Le confortará. "Seréis revestidos con la fuerza de lo alto" (He 1,8).
    Hará que incluso el testigo sufra con alegría la persecución: "Sobreabundo de gozo en mis tribulaciones" (2 Cor 7,4).
         “Los apóstoles -testifica Lucas- salieron contentos de haber sufrido por el Señor Jesús" (He     ).
         Los mártires de Barbastro. Están como ebrios de gozo en medio de los malos tratos y de la muerte inminente.
b) Iluminará e inspirará lo que han de responder
         Jesús promete la acción del Espíritu a la hora de dar testimonio, sobre todo en situaciones martiriales.
         Lucas habla, sin duda, desde la experiencia de los grandes testigos que confesado martirialmente la fe. Al poner la promesa en labios de Jesús tiene en su recuerdo la constatación que se ha verificado en muchos "mártires" de la Iglesia; en primer lugar, Pedro y Juan que, con la claridad y firmeza de su testimonio asombran al mismo sanedrín que sabe que "son hombres sin letras" (He 4,13); es patente la acción del Espíritu "que habla por los profetas" en Esteban; "algunos de la sinagoga no son capaces de hacer frente al espíritu con que habla" (He 6,11).
         Somos mediadores del Espíritu. Es él el que ha de dar testimonio por nuestro medio. "No os preocupéis por lo que vais a decir o por cómo lo diréis, pues lo que tenéis que decir se os inspirará en aquel momento; porque no seréis vosotros los que habléis; será el Espíritu de vuestro Padre quien hable por vuestro medio" (Mt 10,19-20).
         El ejemplo de Amelia y el de Cándida.
         Nos iluminará cuándo y qué hemos de hablar.
         No es fácil saber cuándo he de hablar y cuando he de callar.
         A veces el hablar sobre el tema religioso puede ser contrapruducente porque hay un ánimo indispuesto.
         Tan perjudicial es hablar cuando se debe callar o callar cuando se debe hablar. Es el don de la prudencia.

 

ORAR Y ESTUDIAR

        Y lo mismo sobre lo que se ha de decir cuando se ha de hablar.
         Es necesario estudiar y prepararse.
         También es preciso formar en la fe, estudiar, reflexionar, prepararse para dar acertadamente razón de nuestra fe.  
         Es preciso orar, como hacían los primeros cristianos. Pablo pide oraciones a los efesios para hablar acertadamente.
         La fe en el Espíritu es esencial, de otro modo viviremos acobardados como los apóstoles antes de la manifestación del Espíritu. Pero cuando se tiene fe en el Espíritu, se es irresistible.

EJEMPLOS DE ASISTENCIA

          La acción del Espíritu se pone de manifiesto en muchos seglares: Retamoso, Zanotta, Cándida.
          Para que el Espíritu pueda actuar se requiere:
1º Desinterés: Que el testigo no se busque a sí mismo, su            prestigio.
2º Fe firme y confianza total en la acción del Espíritu.
          Todos los profetas se resisten a aceptar la misión de dar testimonio: "No sé, no tengo cultura"..., "soy un muchacho"
..., "no sé hablar"... El Señor les hace ver con toda claridad: "Yo estaré contigo"... A partir de ahí aceptan la misión.
Claret, por ejemplo: "Conocían las grandes dificultades ...Pero oía una voz que me decía: "Yo estaré contigo..."
           Es normal que muchos "cristianos" se asusten y echen para atrás... Pero si creemos de verdad en la acción del Espíritu nada ni nadie nos intimidará.

UNA VIDA QUE LEVANTE SOSPECHAS

        Se necesita, antes que nada, antes de hablar, llevar un vida convincente que levante sospechas.
        El nieto de Ramón y Palmira.
        Primero dar testimonio con la vida, y luego con la palabra.

TESTIMONIOS DE AYER Y DE HOY

    Los del sanedrín estaban asombrados de que dieran semejante testimonio hombres sin letras.
          Un testimonio moderno: Lolo Correa, inculto ante sacerdotes y religiosos. Nos impactó a todos.
         Se cumple inexorablemente la profecía de Joel: “Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán y vuestros ancianos tendrán sueños... Hasta en los esclavos y esclavas derramaré mi espíritu aquellos días” (Jl 3,3-5).
Todos tenemos la tentación de ser fuertes con los débiles y débiles con los fuertes, al revés de lo que hacía y decía Pablo: “Me hago fuerte con los fuertes y débil con los débiles” (1 Cor 9,22-23)....

    El que a vosotros defiende, a mí me defiende; el que por vosotros da la cara, por mí da la cara (cf. Mt 25,40).
         “Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia”, por defender al indefenso y dar la cara por el oprimido (Mt 5,10).
           “Cristo crucificado para los judíos es un escándalo y para los griegos una necedad” (1 Cor 1,23). No entendía el misterio de un Dios crucificado. Era una increíble y aberrante contradicción.
           “Yo no me avergüenzo del Evangelio” (Rm 1, 16).
           “No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor Jesucristo ni de mí, prisionero por esa causa” (2 Tm 1,8).

                                                                                     Atilano


























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