Una conclusión abierta
Sigo caminando, consciente de estar cada vez más cerca de esa fase de la vida en que “Otro te ceñirá y te conducirá adonde no quieras ir”. Allí quisiera justamente querer ir; quisiera ir libremente adonde no quiero. ¿No es eso lo que la vida nos enseña en todo su transcurso? Cuando miro para atrás y considero los pequeños azares de mi vida y de mi humilde camino teológico”, es la sensación que me queda y va tomando cuerpo: Otro/a me llevaba desde el fondo de mí y de todo, a pesar de mí y de todo. Otro/a que es mi Mismidad más honda, el Misterio y el Ser más profundo de todo ser. La Presencia buena, la Compañía fiel en quien “vivimos, nos movemos y existimos”, que nosotros mismos debemos encarnar y ser hasta que Dios sea todo en todas las cosas.
La Creación sigue en marcha. No sabemos hacia dónde, pero también depende de nosotros, seres humanos todavía tan inhumanos. El Espíritu gime en el gemido de todos los seres. Sigamos caminando y conversando, recordando y soñando, hasta la plena liberación de todos los seres vivientes, hasta la plena creación que nunca se detendrá ni acabará, hasta la plena encarnación de “Dios”, Compasión creadora, Aliento vital o Ruah universal más allá de todas nuestras palabras. La santa Creatividad nos empuja y guía. Nos anima la confianza, más allá de toda imagen y certidumbre, de que la santa Memoria o el gran Recuerdo o el Corazón del cosmos guarda misteriosamente vivas, a través de todas las transformaciones, nuestras infinitas formas pasajeras. Vivimos en la gran Pascua o paso de la Resurrección universal incesante y eterna.
Entre luces y sombras, y aunque a veces me alcanza el desaliento a la vista de tanto dolor, camino feliz. Y sigo buscando sin pretender encontrar, pues no hay nada que encontrar. Todo ES, todo RESPIRA.
José Arregi
No hay comentarios:
Publicar un comentario