martes, 20 de febrero de 2018

SEMANADEDICADA a Dm.PedroCASALDALIGA. Rosa RAMOS, CELEBRA LA VIDA de Dm.Pedro.

Vida: Complejidad y conflicto… y el Espíritu libre recreando todo…

19 de Febrero de 2018
[Por: Rosa Ramos]



“Danos, Señor, aquella Paz extraña
que brota en plena lucha
como una flor de fuego;
que rompe en plena noche
como un canto escondido;
que llega en plena muerte
como el beso esperado…”
Pedro Casaldáliga


Nuestro blog lleva por título Espíritu y Libertad, y les comparto que la fe en el Espíritu de Dios libre y haciendo todo nuevo, recreando, me da vueltas ante cada circunstancia que pone a prueba mi comprensión, o mis esquemas (y prejuicios, que se instalan casi sin permiso, subyacen, condicionan, y esclerosan).  Entonces, levanto la mirada, la inteligencia, el corazón, y sonrío, procurando acoger confiada la novedad, porque Dios está pasando por allí. No siempre es fácil verlo, pero porfiadamente creo y espero su paso que siembra vida.

Muchas veces la realidad no es como la esperábamos, ocurren “accidentes”, cambios inesperados, ajenos a nosotros, pero que nos afectan: la separación de un hijo de su pareja, la formación de otra, mutaciones en la constelación familiar, la aparición de un niño o de varios con esos cambios.  El nacimiento de un niño “diferente” al soñado. La pérdida del trabajo en que tanto se había invertido. También la enfermedad inesperada o la vejez que avanza en nuestros seres queridos, o en nosotros, y nos confronta con límites. Otras veces nos sorprenden proyectos de vida de nuestros seres queridos que no comprendemos, que nos cuestionan acerca de su autenticidad: ¿de verdad quiere eso o es una imposición cultural? 

La vida además de milagro y belleza, es conflicto, contradicción… complejidad… 

Pensamos que no vamos a poder con “eso” que irrumpió y nos desestabilizó… pero sí podemos… De una u otra manera la vida se mueve. No siempre se mueve al modo que lo esperábamos. Pero la vida es movimiento, dinamismo, y si bien no todo cambio es bueno, algo bueno puede portar si sabemos contemplar al Espíritu que no cesa de recrear y sanar. 

En una de las primeras entregas de este blog apelé como imagen de la acción del Espíritu al “enanito” del poema canción “El reparador de sueños” de Silvio Rodríguez. Hace labor, va hasta el motor principal, enciende la luz, aparta piedras de aquí y basura de allá, ¿recuerdan? 

Complejidad, contradicciones, conflictos, dolor, inestabilidad, fragilidad… Y sin embargo, también allí –en lo que no esperábamos ni deseábamos– viene un viento nuevo, un soplo nuevo de Dios, y llega una nueva gestalt (todo, estructura) que al fin de cuentas trae vida y esperanza que estamos invitados a acoger con menos prejuicios y más grandeza de alma.

A nivel de países, de políticas y economías… tantas luchas y tantos sobresaltos, conquistas que de pronto trastabillan y se desmoronan; tanta lucha y tanta sangre que parecía tener sentido por los frutos… resulta que de pronto nos sorprenden involuciones, vueltas tan inesperadas, que perturban, conmueven certezas… Y sin embargo, no cesamos de esperar y buscar la vida, la vida abundante para todos

Cuando la vida se mueve muy rápido y en sentidos inesperados, pueden ayudarnos los niños, contemplar su maleabilidad, su capacidad de cambio. Ya lo dijo Jesús: necesitamos hacernos como niños para entrar en la dinámica del Reino de Dios. También ante las decepciones ayuda colocar la mirada “más abajo”, y en lo más pequeño, para ver que allí la vida late y promete más… Entonces toca remangarnos y meternos a parteras y parteros de esa vida que puja.

Escribo este artículo el día del cumpleaños número 90 del obispo profeta y poeta, Pedro Casaldáliga. Por eso comencé citando el poema que me acompaña y alienta desde el año 1985… ¡más de 30 años! Cuando me lo regalaron copiado a mano no me pusieron el nombre del autor, durante años no lo supe, hasta que volvieron a regalármelo, otra vez, copiado con otra hermosa letra a mano, y allí sí aparecía el autor: Dom Pedro Casaldáliga, obispo de São Feliz do Araguaia. Luego leí sus libros, sus cartas, y tantos poemas que he usado en cursos o intercalado en mis propios textos. Pero ese poema recibido dos veces y regalado muchas, sigue siendo de mis preferidos, por estar ligado a los movimientos sorpresivos de mi propia vida, y por añejado“Danos, Señor, aquella paz extraña…” lo sé de memoria.

Sin embargo hoy recurro a él y lo comparto no sólo por los ribetes personales, ni sólo porque es el cumpleaños de su autor, sino porque su contenido es una clave hermenéutica fundamental para discernir la auténtica paz de los seguidores de Jesús. No queremos cualquier paz, no pedimos cualquier paz, sino esa que nace en las batallas de la vida, que no implica distancia aséptica o serenidad indiferente e individual, sino implicación total:

“Danos la Paz de los que andan siempre,
desnudos de ventajas,
vestidos por el viento de una esperanza núbil.
Aquella Paz del pobre
que ya ha vencido el miedo.
Aquella Paz del libre
que se aferra a la vida.
La Paz que se comparte
en igualdad fraterna
como el agua y la Hostia”.

En esta paz creo y esta paz es la que pido para todos en tiempos de sacudidas personales, familiares o colectivas. Una paz extraña que es don, regalo, del Espíritu libre que nos libera y mueve más lejos de los paradigmas de seguridad; una paz don que es también desafío y oportunidad de encuentro con lo diferente, y con el Dios siempre mayor allí.

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