Acabamos de celebrar la Vigilia Pascual y el
encuentro en el salón parroquial a las doce y media de la noche, pero el
corazón me reclama celebrar ya la alegría pascual con los amigos que estáis tan
lejos geográficamente y tan cerca espiritualmente. Os puedo decir que os
he tenido muy dentro en la mente y el corazón durante la Eucaristía y que os he
recordado uno por uno durante la oración de los fieles. No os deseo felices
fiestas, porque ya sé que las tenéis, porque os sentís más animosos y
rejuvenecidos, gracias a la cuaresma empeñosa que habéis vivido. Os felicito
por todo lo nuevo y bueno que ha nacido en vosotros, en vuestras familias y
comunidades. Eso es Pascua, lo demás no pasa de ser un engaño social y
religioso. Brindaré por todos vosotros. Que siga la fiesta por la revolución
que supone el que nuestro Hermano y Amigo haya resucitado y anuncie con su
resurrección la nuestra y la de los nuestros que nos han precedido. No
olvidarse nunca de eslogan de Taizé que tengo en mi despacho: "Cristo
resucitado enciende una fiesta continua en el corazón del hombre".
Pero no en el mañana eterno, sino Ya. Besos y abrazos de congratulación
para todos, de vuestro amigo, Atilano
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