jueves, 28 de junio de 2018

De Buenos Aires, AliciaDeSaTorres, integrante de la Ceb. JeanDUMONT. AGRADECEMOS SU SIMPRE CORRECTA INTERPRETACIÓN DE LA REALIDAD.


Respecto a las noticias de Argentina que se publicaron esta semana en el blog, a mi criterio se ajustan bastante a la realidad. La renovación de autoridades en la cúpula eclesial renovó un poco el aire, aunque no me atrevo a decir que se haya producido un cambio radical. “En la pista se ven los pingos” y hasta ahora hubo apenas alguna tibia crítica a las políticas de ajuste que recaen sobre los pobres. Y si bien tal afirmación es casi una perogrullada, al menos  se hace explícito lo que hasta ahora se callaba.
Más sorprendente resultó la defensa de una medida gremial como el paro general, lo que despertó evidente malestar en el gobierno. En ese sentido es fácil reconocer que tales declaraciones están en consonancia con recientes manifestaciones de Francisco en torno a los problemas que se viven en América Latina y que requieren urgente solución.
Sin embargo, tales expresiones de disenso no fueron las únicas. Ya en el Te Deum del 25 de mayo la homilía fue muy explícita señalando a los ricos que no escuchan el clamor de los pobres. Un tiro por elevación a las autoridades allí presentes.
Respecto al tema del aborto no estoy en condiciones de afirmar cuál fue la razón por la que este gobierno abrió el juego sobre un asunto tan delicado. En lo personal no creo que haya sido una reacción por el enfrentamiento larvado que existe con Francisco, como algunos opinan. Tampoco creo que el presidente haya presionado directamente para que se lograra la media sanción de la ley de despenalización.  De hecho, las opiniones estuvieron divididas dentro del oficialismo y de la oposición, y el resultado se dio estrictamente dentro de las reglas democráticas, por más que existieran grupos de presión dentro y fuera del Congreso. Pero cualesquiera hayan sido los motivos por los que este tema salió a la luz, lo concreto es que se dio un interesantísimo debate en la sociedad toda. Lo que resulta incierto, por el momento, es el curso que tomarán las cosas en el Senado. Las aguas están divididas, y justo es reconocer que, a pesar de los aires de renovación, la Iglesia se mantiene irreductible en ese terreno y su palabra tiene peso.
En lo personal desearía que el conflicto se resolviera estrictamente en términos de la sociedad civil, sin interferencias de culto alguno. Hay quienes opinan que si la ley sale, será el primer paso hacia la separación de la Iglesia del Estado. 

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