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Durante la última dictadura argentina, dentro de la iglesia coexistieron mártires y despiadados. Pastores que dieron la vida por sus ovejas y otros que temerosos de los herejes y dispuestos a enfrentar los enemigos de la fe,abrazaron y aliviaron las almas de los verdugos.
Un día en Buenos Aires, Mauricio se sorprendió mirando un hombrecillo pequeño y sucio. Era un barrendero de La Boca. Al instante comprendió, que allí estaba el lugar que debía ocupar: «como uno de ellos, para ellos, buscando con ellos, para anunciarles a ellos».
El camino había sido largo. Desde sus inicios con los salesianos; luego su placido pasaje por esa sosegada parroquia de San Juan Bautista en Pocitos. Su paso a la Arquidiócesis le había permitido junto a su hermano Jesús, también sacerdote, hacerse cargo de su madre enferma. En la parroquia cultivó entrañables amistades que duraron toda la vida y más.
Hacía muy poco que había llegado cuando Gloria pesar de su corta edad y los recatos propios de la época se animó a preguntarle si quería ser el capellán de las guías scouts. Por sorpresa de las expectantes jovencitas,Mauricio aceptó sin dudarlo y sin ni siquiera detenerse siguió con sus quehaceres. Le gustaba tocar la guitarra y los deportes. Era alegre y cordial. Sumamente sensible; atento siempre al bienestar de los demás; era muy cálido. Si bien era de origen muy humilde era muy culto, porque al igual que Jesús, siempre había sido un buen estudiante.
Acompañó a su comunidad mientras las jóvenes scouts se iban convirtiendo en mujeres. Los sábados se reunía con los noveles matrimonios cristianos. Gloria ya casada y su marido Horacio pertenecían a este movimiento familiar. Pero Mauricio fue madurando otras inquietudes sobre cómo vivir el evangelio y la respuesta a esa «segunda llamada» le llegó a los cuarenta y cinco años a través del ejemplo de vida de los Hermanitos del Evangelio o Fraternidad de Charles de Foucauld, a la que se unió.
Los sucesos históricos y eclesiásticos de esos años habían hecho crujir las ancestrales estructuras sociales y religiosas; el Concilio Vaticano II a mediado de los sesenta con la búsqueda de una iglesia abierta al mundo que acompañara a hombres y mujeres en toda su dimensión; el surgimiento de los sacerdotes del Tercer Mundo con una fuerte impronta política y social, hacían eco de la explosión cultural y la efervescencia revolucionaria, los movimientos hippies, la colaboración comunitaria, la irreverencia a la moral establecida.
Para los hermanitos se debía compartir la vida con el pueblo. La verdadera solidaridad requería un compromiso con los oprimidos, vivir junto a ellos y esa debía ser la tarea de la Iglesia. Predicar de ese modo con la propia existencia. No era cuestión de adoctrinar sino de comprometerse con los otros para construir una sociedad más justa. Hágase tu voluntad así en la Tierra.
El trabajo era una necesidad primordial. Un trabajo sencillo y manual para integrarsey mantenerse. En 1973 Mauricio se mudó a un conventillo de los Padres Agustinos, sin ningún tipo de privilegios consagró su vida a los más desheredados y consiguió no sin numerosas dificultades, convertirse en barrendero de la Municipalidad de Buenos Aires, dando inicio a la Fraternidad de la calle Malabia.
El Hermano Mauricio creía que si no podía ser amigo de esos hombres no tenía derecho a ser su sacerdote. Que para entrar en un barrio, no valían las investiduras o los nombramientos de obispos, lo que valían era las relaciones por la única puerta que Dios le había puesto a la vida: la amistad.
Además de su trabajo diario hombro a hombro,siempre estaba dispuesto a brindar una frase de aliento, a colaborar con los cuidados de un enfermo para que algún barrendero no perdiera jornales y en el conventillo nunca faltaban un mate caliente o un poco de pan para quien lonecesitara.
Al poco tiempo de su ingreso como peón de limpieza, el sector de los recolectores de basura, que nucleaba a más de trece mil trabajadores, entró en una intensa lucha para evitar la privatizaciónque ponía en riesgo el trabajo y la supervivencia de numerosas familias; muchas de las cuales vivían en las villas y dependían enteramente de esos escasos ingresos. Mauricio decidió no ser indiferente a lo que consideraba una injusticia contra un colectivo ya de por si castigado y participó activamente en las acciones gremiales y los reclamos. La intención no era politizar el evangelio pero tampoco acallarlo.
Hacía muchos años que lascondiciones venían siendo difíciles para los religiosos y los grupos sociales cristianos, pero luego del golpe de estado liderado por el General Jorge Rafael Videlala situación se había vuelto extremadamente peligrosa. Entre tantos otros religiosos asesinados, a mediado del setenta y seissecuestraron y desaparecieron siete jóvenes del proyecto Belén de la Parroquia Santa María Madre del Pueblo de la villa de Flores.En julio,se produjo el asesinato de tres sacerdotes y tres seminaristas de la Comunidad Palotina, tristemente recordado como la Masacre de San Patricio. En agosto asesinaron al obispo de La Rioja, Monseñor Enrique Angelelli. Luego de un viaje de Mauricio a la reunión regional de la Fraternidad en Cartagena, sus allegados le aconsejaron no volver a la Argentina; pero el Hermano quiso ser fiel a su gente, los humildes perseguidos por la violenciasin más consuelo que Dios y sus pares.
Otros amplios sectores de la iglesia en cambio, apoyaron un régimen que entendieron defensor de la misma iglesia y de los valores morales establecidos. Enemigos de quienes venían a desafiar creencias y tradición, condensados en Dios, Patria y familia. Los propios cambios que se habían generado dentro de la iglesia,producían temor e incertidumbre. Al mismo tiempo, la existencia deun sector de iglesia castrense donde sacerdotes y capellanes atentos a la asistencia espiritual de la tropa, eran clérigos sujetos a la autoridad de mando con grado militar, fue condición propicia paraque se generara en éste,una doctrina religiosa condicionada a los objetivos de las Fuerzas Armadas.
En muchos casos, obispos y religiosos estando en conocimiento cabal de la situación social y de la violación de los derechos humanos más básicos, optaron por no intervenir. En muchos otros, existió un verdadero vínculo entre iglesia y Fuerzas Armadas; donde los religiosos llegaron a defender y justificar torturas, apremios y violaciones. Mientras las madres se reunían en la plaza, las puertas de la catedral permanecieron cerradas.
El 14 de junio de 1977 luego de rezar en la capilla, Mauricio salió a trabajar a las cinco y media de la mañana. Cerca de las nueve, tres hombres en un Ford Falcon blanco lo secuestraron mientras barría la calle Sánchez entre Magariños Cervantes y Terreno. Mauricio llevaba con él las licencias sacerdotales.
Inmediatamente comenzó la lucha de los hermanos de la Fraternidad para saber del paradero de Mauricio. Acechados también ellos por el peligro, agotaron todas las instancias posibles, recurrieron a las altas esferas de la iglesia, dentro y fuera de Argentina, sin obtener resultado alguno.
En 2002, las investigaciones indicaron que posiblemente luego de su secuestro, Mauricio fuera trasladado en primera instancia a la comisaría Federal N° 41, luego al centro Clandestino Campo de Mayo y en el entorno del 20 de julio al centro de detención clandestino Club Atlético.
En 2003, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires instituyó en homenaje a Mauricio,el 14 de junio como el Día del Barrendero de la Ciudad.
En 2013, murió Videla en el Penal de Carlos Paz. Rezaba el rosario todos los días y los domingos siempre iba a misa convencido de ser un buen cristiano, a pesar de los años de detención y las sentencias a cadena perpetua por la violación de derechos humanos, apropiación de niños y crímenes de lesa humanidad. Quien sabe que hubiera pasado si algún Monseñor hubiera amenazado a tiempo, con excomulgar al General.
La congregación católica de los Hermanitos del Evangelio, se presentó ante la Justicia argentina como parte querellante solicitando se investigue la desaparición del cura barrendero, el uruguayo Mauricio Silva, desaparecido en Buenos Aires. Recientemente se han enfocado en la búsqueda de otros trabajadores del corralón, compañeros de Mauricio, que pudieran aportar datos sobre los hechos acontecidos en ese fatídico período donde un mes antes del secuestro del religioso, otros dos peones fueron secuestrados y desaparecidos.
Recientemente se realizó una misa en homenaje al Hermano Mauricio en la Estación de trenes de Constitución. Por su martirio un grupo de fieles quieren que el cura obrero sea beato.
Su hermano Jesús hasta muy entrado en años, viajó a Montevideo desde Venezuela en varias oportunidades,de ahí, partía a Buenos Aires en busca de los restos de su hermano. La última vez casi premonitorio le entregó a Gloria un crucifijo que había pertenecido a Mauricio, «para que Mauricio te de fuerzas para encontrarlo», le dijo. Murió en 2011 sin poder conseguir el descanso que ambos merecían.
Gloria, sus hermanos de la Fraternidad del Evangelio,sus compañeros de trabajo y de fe, hace cuarenta y dos años, un mes y siete días que buscan a Mauricio.
«Yo sé que Tú estás
cuando amar es un surco humilde y oscuro,
que reclama al grano para ser fecundo
y morir en soledad»
(Mauricio Silva)
Que dirá el santo padre
Que vive en Roma
Que le están degollando
A sus palomas
Que vive en Roma
Que le están degollando
A sus palomas
(Violeta Parra)
Muchos no nos resignamos a que sigan desaparecidos casi dos centenares de uruguayos. Los retratos con sus rostros han encabezado a lo largo de los años las manifestaciones reclamando Verdad y Justicia.
Son seres humanos, mujeres y hombres con familias, amigos, compañeros, historias e ideales. Es lo que aspiramos a reflejar en cada una de estas notas.
Si tiene información que pueda ser de utilidad comuníquese a GloriaSellera@gmail.com
Referencias:
https://www.gub.uy/secretaria-derechos-humanos-pasado-reciente/comunicacion/publicaciones/ficha-perteneciente-silva-iribarnegaray-kleber-hermano-mauricio
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