miércoles, 26 de febrero de 2020

MIÉRCOLES DE CENIZA.- . Éste es el tiempo de las personas nuevas, de las que han soltado el lastre de ídolos secretos y falsas vanidades y ya sólo anhelan misericordia y abrazos del Padre.

Miércoles de Ceniza         ORACIÓN DE LA CENIZA -

 ¿A dónde vas?
¿A dónde te diriges?
¡Detente y piensa un poco!
Toma en tus manos estas cenizas,
sopla sobre ellas.

¿Qué te ha quedado en las manos?
Con un soplo...
todo se ha esparcido.
¿No lo entiendes?
¿No ves todavía tu fragilidad?
Y, a lo mejor, te crees grande...
Y, a lo mejor te sientes poderoso...
Hoy, un poco de ceniza se hace pregunta
y nos interroga
y nos invita a reflexionar
sobre la verdad de lo que somos.

Hoy, un poco de ceniza,
al comienzo de la Cuaresma,
nos grita desde lo profundo,
nos anima a buscar caminos nuevos,
a abrimos a la Palabra de Jesús,
a seguir los pasos de Jesús,
conviviendo todos como hermanos.

Señor, perdónanos, porque unas imágenes de madera,
nos recuerdan más tu presencia,
que un hermano, que un amigo necesitado.
Te confesamos, que nos cuesta descubrirte
entre los humanos.
Enséñanos, Señor,
hacia donde debemos dirigir nuestros esfuerzos.
Queremos seguir las huellas de Jesús,
Reconocemos que nos cansamos, Señor,
Lo dejamos todo a un lado y te olvidamos.
Ayúdanos para seguir en la brecha,
Por Jesucristo Nuestro Señor. A m é n.


Éste es un tiempo para convencidos.
Tiempo de entrenamiento, 
de ejercicio y de lucha; 
de mochila ligera y paso rápido.

Tiempo de camino y discernimiento, 
de conversión y compromiso, 
de pruebas y encuentros en el desierto, 
en la estepa, en el silencio.

Es el tiempo de los proyectos de vida, 
de las decisiones y desmarques;
a veces, de las transfiguraciones.

Tiempo de humanidad rota y dividida 
que anhela el paraíso
o la tierra prometida. 

Tiempo de tentaciones, 
tabores y conversiones, 
traspiés, heridas y cegueras, 
perdones, restauraciones y agua viva. 
¡Todo en sólo cuarenta días!

Éste es el tiempo de las personas nuevas, 
de las que han soltado 
el lastre de ídolos secretos y falsas vanidades 
y ya sólo anhelan misericordia  
y abrazos del Padre.

 (Florentino Ulibarri, Al viento del Espíritu)



ES POSIBLE CAMBIAR
J.A. Pagola

Podemos decir que todo el mensaje de Jesús es una llamada al cambio. Algo nuevo se ha puesto en marcha con su venida. Dios está cerca. Su reinado de justicia, libertad y fraternidad comienza a abrirse camino entre los hombres. Desde ahora mismo, hay que creer en esta buena noticia. Hay que reaccionar y vivir de manera nueva, como hijos de un mismo Padre, como hermanos de todos los hombres.

Se nos pide dar un paso decisivo. Creer desde el fondo de nuestro ser que somos hijos de un Padre, y que nuestra felicidad y nuestro último destino es vivir como hermanos,

No se trata de corregir un determinado defecto o arrepentimos de un pecado concreto. Se nos invita a pasar de la increencia a la fe, de la pereza a la decisi6n, de la soledad a la amistad con Dios, del egoísmo al amor, de la defensa de mi pequeña felicidad a la solidaridad más radical.

Se nos llama a despertar todas las posibilidades que se encierran en cada uno de nosotros. Se nos anima a reavivar la capacidad de generosidad, desinterés y fraternidad adormecidas quizás en nuestro ser.

A veces los cristianos hemos olvidado que la fe es una llamada a crecer como personas, un estímulo a crear siempre una vida más humana. Dietrich Bonhoeffer combatía apasionadamente esa religión estéril y vacía de quienes se conforman con cualquier injusticia propia o ajena, porque, en definitiva, ya se han resignado hace tiempo, y viven esta vida sólo con la mitad de su corazón.

Siempre nuestra vida puede volver a empezar. Nunca estamos perdidos del todo. Podemos conocer de nuevo la alegría interior. Somos capaces de volver a amar con desinterés.

Sólo es necesario escuchar la llamada del Dios vivo que está resonando ya en nuestro «ser interior», es decir, en esa capacidad de escucha y de respuesta que llevamos todos en nosotros mismos, quizás sin sospecharla apenas.

Los hombres y mujeres que escuchan esta llamada comprenden que ya no podrán vivir como antes. Ese Dios que no era hasta entonces sino un desconocido o una amenaza, se les ha desvelado.

Ahora saben algo nuevo y que hoy ya apenas nadie sospecha. Que Dios es fuerza y alegría para cada una de las personas. Que Dios es la mejor noticia que una persona puede escuchar.

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