jueves, 6 de julio de 2023

COMENTAMADILENE Dgo. 9 . Tpo.Ord. C.CA. Evangelio de la comunidad de Mateo 11, 25-30

    Jesús agradece al Padre porque quiso revelarse a los pequeños y humildes. El Padre se revela a Jesús como un Dios de humildes, no de sabios y poderosos, sino de pequeños.

Yo le agradezco al Padre y a Jesús lo que voy a relatar.

Tuve una de las experiencias más fuertes de mi vida en un retiro con chicos sordos profundos, en un pentecostés, y se nos reveló este evangelio de una manera muy especial, nunca lo olvidaré.

Eran siete u ocho muchachos y yo. Ellos habían pedido el retiro, era la primera vez que esto ocurría, justo en la preparación para la confirmación. Para mi sorpresa, después de cenar me pidieron para quedarse en oración en la noche, en dónde sucedieron muchas cosas, algunas ya la he contado acá, hoy contaré algo más porque tiene que ver con este evangelio y lo que sucedió allí.

Estábamos todos sentados alrededor de una mesita con una vela encendida y nuestras biblias cerradas aún. Orábamos con gestos espontáneos, alabando a Dios por largo rato. Entonces Mathías, uno de los chiquilines tomó su biblia y la abrió en determinado lugar sin buscar, y era este Evangelio. Él lo leyó en lengua de señas, todos observábamos atentamente, cuando terminó, él se paró y fue adentro de la casa. Al regresar traía un balde en la mano y una toalla. Lo mirábamos y no entendíamos qué pasaba, pero él se agacho frente a su compañera y empezó a lavarle los pies, y al terminar con ella siguió haciéndolo con todos nosotros.

 ¡Nos había lavado los pies!

 Estábamos tan conmovidos con aquel gesto que me es imposible describir lo que mi corazón sentía y siente al recordar. Era como si el mismo Jesús estuviese  allí lavándonos los pies para mostrarnos el camino a seguir y cuál era el amor que debíamos de tener unos con otros.

Pasado algún tiempo, un día le pregunté por qué había hecho aquello, y él me dijo que Jesús le había pedido, y que al hacerlo nos veía diferentes, su corazón se había ensanchado.

Así es el Padre.    Así es Jesús, su pedagogía es el ejemplo de cómo servir y amar. Solo se necesita abrir el corazón a ese amor para que florezca.

Quiere que aprendamos de Él que es manso y humilde de corazón, siendo Dios les lavó los pies a los discípulos en la ultima cena y nos dejó ese ejemplo.     Hecho este, que lamentablemente no quedó en la celebración de las misas, solo el jueves santo.

 Dejémonos lavar por Él no solo los pies sino el corazón todo, y

 lavemos los pies  a quien  se nos presenta en el camino con hambre,

 sed, sin techo y principalmente sin afectos.    Abracemos más.  

   Amemos más en concreto.    Eso nos pide.    

               Nada hecho con amor quedará sin recompensa.

                                                                                Madilene.-

 

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