Dice el poeta; "cosas pequeñas para el mundo, pero inmensas para mi" . Así es este intento de relato que compartimos.
De La Paloma que conocimos hace unos 70 años solamente lo natural se conserva, rocas, playas, algas, viento. Su población estable se mimetiza con la inmensa cantidad de visitantes de todas parte del mundo. Los comercios invadieron las casonas de la principal avenida, los supermercados muestran grandes marquesinas. Vamos a reconocer nuestro primer encuentro con el pueblo, balneario la casa de vacaciones claretiana, en aquel entonces al frente un queridísimo gallego, PAULINO TEJEDOR cmf. Muchos veranos fue nuestro "destino" , cuando se construyó el salón parroquial al costado del templo, también supo arroparnos, la familia crecía y Tejedor nos consiguió una casita en el Barrio Obrero. Para ese entonces varios miembros de la comunidad, fueron apreciando las bondades de la Paloma, el salón lo compartimos con los Laso, los Cascardo en memorables anécdotas, éramos una patota.
Por varios años alquilamos en el Barrio Obrero, como nos fue quedando chica la casita alquilamos una un poco más grande y los Cascardo Bielli, ocuparon la que dejamos, hermosos veranos compartidos.
Volvamos al hoy, llegó el domingo y asistimos a la celebración en el templo que conserva intacto su interior muy cuidado. Al llegar, confieso con ciertos prejuicios por lo que presenciaríamos; primera sorpresa el celebrante afuera recibiendo amablemente a los concurrentes, revestido con alba y estola; le comenté a Cristina buena impresión, nada de colorinches. Nos saludó y se presentó Oscar de paso por Rocha, soy del gran Buenos Aires, Cristina le hace algunos comentarios y nos dirigimos al templo. Comienza la celebración y vuelve a presentarse, ahora con más detalles; pertenezco a la diócesis de Merlo Moreno....le dejo terminar y antes de que comience la celebración le interrumpo, diciéndole, cuando vuelva le da saludos a un gran amigo que tenemos en esa diócesis, Juanjo Chaparro, tan claretiano como este templo y nosotros. Ríe, dice; que chico es el mundo; como no, serán dados!!.... continuó con la celebración, llegado el momento de la homilía, otra sorpresa. Con gran soltura, sencillez fue aterrizando La Palabra a nuestro diario caminar, creemos sorprendió a propios y extraños. En el transcurso de la exposición pregunta, seguramente tenemos hermanos con experiencia de comunidad; Cristina asintió, nuestra Ceb. SanFelipeySantiago. Al término de la misa comentamos con varias personas que se acercaban a saludarle agradecidas por la iluminación de La Palabra.
Cuando se dispersaba el público, el sacerdote me ve y se acerca, me pasa el brazo por la espalda y me dice; "no comentes, yo vivo con Juanjo, soy su obispo auxiliar, no quiero decir, porque no me gusta me digan monseñor "; los dos reímos por las coincidencias. No, queda ahí, toma de la mano a Cristina y le dice ven hay una gente que quiere saludarte, eran integrantes de la familia Arrillaga muy amigos de la familia, claro está los padres de unos y otros. Uno de los Arrillaga que vive en Progreso me pregunta por Jorge Alonso; al decirle nos acompaña en la comunidad....
Cristina felicita a un señor que estaba detrás nuestro que cantó maravillosamente bien, canciones como "Quiero ser Pan"; no se cómo sale en la conversación, el señor dice soy padrino de Martín Pérez, tío de Martín obispo de Florida -Durazno, a lo que Cristina contesta; querido hermano nuestro también. ...
Algo que nos llamó la atención la gente desconoce el origen del templo, lo notamos cuando afirmamos perteneció a los claretianos; a la salida un matrimonio se acercó y nos dice: hace muchos años venimos, nunca supimos que fuera de los claretianos...se pueden imaginar, creo que lo dejé bien ilustrado, templo y salón fueron claretianos, como en Rocha y capillas en los pueblitos.....La Paloma fue el centro
Concluyendo; una celebración riquísima en contenido, llena de encuentros que una a uno dan forma a nuestra historia personal y comunitaria.-
Lindo haberlo vivido y aún poder contarlo!!!!
¡Qué lindo relato, Eduardo! Es gratificante verificar el paso del tiempo en los lugares que transitamos, porque nos permite reconocer lo que cambia y lo que permanece. Y en ese transcurrir, lo más valioso es lo construido con otros. Descubrir la huella que dejamos, que nos dejaron, y encontrarse con quienes vivieron experiencias similares, lo que tenemos en común, más allá de las fronteras y de los recorridos personales. Confirmar lo que nos une en el encuentro que, al fin y al cabo, siempre es un reencuentro.
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