"El milagro de la comunidad" La esperanza
En su reciente reflexión titulada “Somos lo que esperamos”, la
teóloga y pensadora Rosa Ramos hace alusión a la esperanza
citando la frase iluminadora de Paulo Freire:
“Es preciso tener esperanza, pero tener esperanza del verbo
esperanzar; porque hay gente que tiene esperanza del verbo
esperar. Y la esperanza del verbo esperar no es esperanza, es
espera. ¡Esperanzar es levantarse, esperanzar es perseguir algo,
esperanzar es construir, esperanzar es no desistir!”
Luego de leer su escrito, surgió en mi mente esta pregunta: “¿Qué
tipo de esperanza tengo yo a mis ochenta y seis años de vida?”
(Pregunta que es también válida para la mayoría de los
integrantes de nuestra Comunidad que estamos en franjas de edad
similares.)
Tratando de describir lo que me vino a la
mente, confieso que ahora no tengo proyectos de futuro como los que tenía
antes, cuando mis facultades eran otras… En este momento mi propósito es
transcurrir estos mis últimos años de vida de manera digna, cuidando mi frágil
salud, tratando de no ser una carga para los que conviven conmigo y, en lo
posible, haciendo pequeños actos de servicio, si mi estado lo permite. En mi
caso particular, aún puedo escuchar a la
gente en confesión, celebrar la Misa preparando con esmero las homilías, etc. Noto que las amistades se van esfumando, que ya no llaman como antes y de a
poco nuestras personas se van esfumando en la niebla del olvido. Es una especie
de ocaso muy natural y muy sabio, por otra parte, responde a los planes de la
Sabiduría infinita de nuestro Creador. No constato que en mi interior
prevalezca la tristeza o el desencanto; es más bien una aceptación realista y
serena de la etapa que me toca vivir, así como acepté las etapas anteriores acordes
a mi edad de niño, de joven, de adulto… No se trata de que tenga que bajar los
brazos y esperar resignado el final. Miro este momento cercano con la esperanza que tiene el grano de trigo
que sabe que el morir equivale a entrar en una vida nueva, transformada. Si esperanzar es levantarse, perseguir algo,
construir, no desistir, según Paulo Freire, el alcance de su sabia expresión
debe ser adaptado a nuestra condición actual, porque tomado al pie de la letra
parece inalcanzable. Leyendo unas reflexiones
del Papa Francisco sobre la tristeza, me interesó la siguiente que tiene
relación con este tema.
“Por muy llena que esté la vida de contradicciones, de deseos
incumplidos, de sueños no realizados, de amistades perdidas,
gracias a la resurrección de Jesús podemos creer que todo se
salvará. Jesús ha resucitado no sólo para sí mismo, sino también
para nosotros, a fin de rescatar todas las felicidades que no se han
realizado en nuestras vidas. La fe expulsa el miedo, y la
resurrección de Cristo quita la tristeza como la piedra del
sepulcro. Cada día del cristiano es un ejercicio de resurrección”.
(Audiencia del 07 de febrero de
2024)
“Y esta esperanza no quedará defraudada, porque Dios
ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado.”
(Romanos, 5, 5)
Excelente reflexión. Me ayudó a reconocerme, a ampliar la mirada, y a confirmar algunas certezas; me despertó también el deseo de compartirla, confirmando así que la esperanza se multiplica en la comunidad.
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