domingo, 21 de abril de 2024

RONALDO MUÑOZ MEMORIA AGRADECIDA EN EL ANIVERSARIO DE SU PASCUA.

SILVIA y EDUARDO  aportan reflexión  sobre el tema del sábado-

".....si es la Mesa de Jesús no excluye a nadie, porque es la mesa de los hijos e hijas, no hay excluidos ni excluidas..."

Como muchos de nosotros y nosotras, conocí a Ronaldo en los Seminarios de Formación Teológica (SFT), con la bendición de escucharlo proponer e intercambiar en las reuniones preparatorias de estos eventos. Con Orlando Yorio tenían una afinidad, una comunión que era evidente si se los observaba durante los intercambios. Dos teólogos mayores, sacerdotes con mayúsculas, comprometidos con sus pueblos de modo irrenunciable. Dos seres humanos excepcionales, profundamente respetuosos, tan exquisitamente sencillos, cercanos, amorosos que no dejamos de extrañarlos y atesorar haberlos conocido, compartiendo tiempo precioso con ellos.

Soy de las personas que cree que los regalos son para compartirlos, por eso comparto este testimonio que atesoro que tiene como protagonista a Ronaldo.

Estábamos preparando un SFT, Ronaldo no había podido venir de Chile para estar presente en una reunión. Por esta razón, mis compañeras y compañeros de coordinación de los SFT me encomendaron la responsabilidad de reunirme con Ronaldo para transmitirle lo compartido y decidido en la reunión en la que no pudo estar presente.

La reunión fue un sábado soleado de invierno, en casa de Paco del Campo (entrañable compañero). En esa ocasión estaba muy preocupada y también dolida porque algunos obispos que “acompañaban” los SFT nos sugirieron que reviéramos nuestro ecumenismo. Ya habíamos tenido como antecedente que un obispo, cuando el SFT se realizó en su diócesis, negó la posibilidad de que comulgaran los hermanos y hermanas de otras iglesias. Esta situación nos dolió muy especialmente, en esa ocasión estaban presentes en el SFT varios pastores, hermanos entrañables: Pablo Sosa (maravilloso compañero, animador de la liturgia y musicólogo extraordinario) y don Federico Pagura (enorme pastor, defensor de los derechos humanos), acompañados por laicos y laicas de su iglesia. Algunos miembros de la coordinación decidimos no comulgar para hacer visible nuestro desacuerdo. El espíritu de esta decisión consistía en dejar claro que nuestros hermanos y hermanas, sé les impide sentarse a la mesa, tampoco nosotras y nosotros lo hacíamos.

Le comenté esto a Ronaldo, con más detalles de las reuniones con obispos por el tema ecuménico. Primero me calmó, supo ver mi dolor detrás de mi relato enfadado (compartido por compañeros y compañeras de la coordinación y de los SFT en general), enojo y dolor por la exclusión de hermanos y hermanas de la mesa eucarística. En un segundo momento, solo pude escuchar sus palabras fascinada: “Mira, Gladys, si es la Mesa de Jesús no excluye a nadie, porque es la mesa de los hijos e hijas, no hay excluidos ni excluidas” “Quedate tranquila, mirá, en el siglo veinte el pueblo recuperó la Palabra, ahora, en cualquiera de nuestras barriadas se hace lectura popular de la Biblia. Cualquier hermano o hermana, en comunidad, leen, interpretan, analizan, oran, comparten la Palabra. El pueblo recuperó la Palabra y está en sus manos”. “Y en el siglo veintiuno, el pueblo recuperará la Eucaristía y, entonces, en una reunión en nuestros barrios, en una reunión de vecinos y vecinas, le dirán a una vecina (quizás a la más anciana): Vecina, Doña …., háganos el honor de presidir la Eucaristía. Así el pueblo recuperará al Eucaristía”

Ese era Ronaldo, teólogo abierto, capaz, inteligente, pastor amoroso, profeta, cercano, cariñoso, transparentaba lo que predicaba viviéndolo: el amor de Dios.

Esta ha sido nuestra escuela de teología, Ronaldo, Orlando (¡y tantos otros y otras!) nuestros maestros y pastores, hermanos y compañeros, que nos ayudaron a reconocer aconteceres del Reino, como es la bendita visión de una iglesia de los más sencillos y sencillas, una iglesia de la vecindad, de la vida cotidiana del pueblo. Iglesia pueblo que ha recuperado la Palabra en el siglo veinte y en el siglo veintiuno recuperara la Eucaristía.

                                                                    Gladys Alcaraz

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