miércoles, 23 de octubre de 2024

IHU. Adital.-Gustavo Gutiérrez: ciudadano del calvario. Artículo de Ademir Guedes Azevedo

 "  La teología  nace donde se ponen los pies. Y  los pies de Gutiérrez  pisaron el suelo del calvario de las innumerables víctimas que siempre vivieron al margen. Ellos, sin embargo, tuvieron un hermano mayor que los defendió y los colocó en el centro de el discurso sobre Dios, estas víctimas, en cierto modo, acompañaron el camino de este siervo de Jesús que hoy celebró su Pascua, porque el calvario que eligió Gutiérrez no tuvo la última palabra, fue sólo el puente hacia su Pascua”, escribe.  Ademir Guedes Azevedo , sacerdote, misionero pasionista y máster en teología fundamental por la Pontificia Universidad Gregoriana, Roma.

Aquí está el artículo.

El patriarca de la llamada teología de la liberación hizo su Semana Santa : me refiero al ilustre discípulo de Jesús, Gustavo Gutiérrez Merino  (1928-2024). Peruano, con rasgos indígenas, dotado de una cultura refinada y marcada por el buen humor cultivado en la sabiduría de quienes aprendieron a vivir arraigados en el contexto y sin las fantasías que tienden a negar ese aspecto real y dramático, inherente a la condición de ser humano. vida: sufrimiento. En este sentido, me gustaría leer su vida desde el calvario . ¿Qué lugar es este? Consiste en lo que Gutiérrez llama el descubrimiento del "mundo del otro". En este mundo están los pobres , los que no pueden vivir. Nacen y mueren, pero en realidad no viven, porque algunos más fuertes no se lo permiten. Mueren antes de tiempo, porque son abandonados prematuramente, invisibilizados, y no pueden dormir tranquilos, atormentados por la eterna pesadilla de la desigualdad . Es este pobre, por tanto, quien representa esta categoría de alteridad : el otro que sufre. En otras palabras: éste es el crucificado de hoy. Vive eternamente en una prueba. Pues bien, para descubrir este "mundo del otro", Gutiérrez también se hizo pobre, habló desde este otro crucificado, oró, lamentó, profetizó... en definitiva, escribió su teología sólo después de haber asistido a esta escuela del Calvario.

Quizás un dato de su biografía pueda iluminar esta espontaneidad evangélica de vivir con los ojos abiertos al sufrimiento de los demás: en su infancia y adolescencia vivió en carne propia la enfermedad de la osteomielitis, que le hizo permanecer en silla de ruedas desde los 12 a los 18 años. . Gutiérrez se convirtió en ciudadano del Calvario desde el inicio de su existencia.

Era un teólogo provocador. Desde esta terrible experiencia del pobre crucificado , ha invertido su manera de escribir teología. Para comprender su originalidad hay que partir de lo que llamó el "primer acto", que consiste en una experiencia mística viviendo dentro de este "mundo del otro". Aquí se adora y se contempla a Dios en su carne sufriente. Antes de escribir teología , primero hay que experimentar la primacía divina (espiritualidad). Gutiérrez fue uno de esos buenos samaritanos: vio y se inclinó para sentir el grito de Jesús Crucificado en los cuerpos crucificados suspendidos en las pruebas de los barrios marginales, en el desempleo, en el hambre, en la falta de tierra. Luego, sólo más tarde, en un segundo momento, elaboró ​​el discurso teológico. La teología se convierte en un "segundo acto", pues surge de la llamada praxis contemplativa y de la mística del sufrimiento humano. Es una teología de la kénosis : hay que agacharse, inclinarse, tocar las heridas, llorar primero con los que lloran y eso marca la diferencia. La teología deja de ser un discurso deductivo, pierde la arrogancia de querer siempre corregir la realidad y adopta la inducción: siente, observa, escucha, se pregunta sobre las causas del sufrimiento y busca respuestas a partir de la propia experiencia de vida del pobre .

La pregunta básica que siempre movió a este teólogo del Calvario fue: ¿cómo podemos decirle a los pobres que Dios los ama? Sí, ¿cómo podemos hablar de amor en contextos de dolor y desesperación humanos? ¿Cómo podemos hablar del Dios de la vida donde todo parece estar habitado por huesos secos? La vida, la dignidad, la fraternidad sólo pueden ser posibles si primero se siente el dolor del otro y se aprende a hablar de Dios desde él. Ésta fue la gran aportación de la teología de este fiel discípulo de Jesús Crucificado.

Recuerdo algunos títulos de su vasta obra teológica, títulos exageradamente evangélicos: " Hablar de Dios desde el sufrimiento humano "; " El Dios de la Vida "; " En busca de los pobres de Jesucristo "; " Bebiendo de tu propio pozo "; " La fuerza histórica de los pobres " y, sobre todo, su famosa " Teología de la Liberación ". Todos estos títulos no forman una teología de silogismos, sino que proponen un programa de vida cristiana con una mística contemplativa, pero con los ojos abiertos al contexto en el que vivimos. Místico de ojos abiertos y dirigido al misterio del sufrimiento que reclama nuestra compasión.

Hay otra cuestión fundamental: cuando Gutiérrez sitúa la reflexión teológica al nivel de un "segundo acto" está intentando decir que no hay teología que sirva de explicación para todos los contextos, pues toda teología sólo es válida si es contextual. Cualquier pretensión de universalismo y homogeneidad termina siendo una violencia y una imposición racional que pisotea la riqueza de las experiencias locales.

Por tanto, la teología nace allí donde se ponen los pies. Y los pies de Gutiérrez pisaron el suelo del calvario de las innumerables víctimas que siempre vivieron al margen. Ellos, sin embargo, tenían un hermano mayor que los defendía y los colocaba en el centro del discurso sobre Dios; Estas víctimas, de alguna manera, acompañaron el camino de este siervo de Jesús que hoy celebró su Pascua, porque el calvario que eligió Gutiérrez no tuvo la última palabra, fue solo el puente hacia su Pascua.

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