Con su muerte el día 8 de junio, estrenó vida nueva junto al DIOS de toda vida.
Hasta llegar a ser miembro del Consejo de la Revolución Sandinista y luego ministro de Asuntos Exteriores con el gobierno de Daniel Ortega y más tarde (2008-2009) presidente de la Asamblea General de la ONU, El P.Miguel como religioso acumulaba el largo caminar de una vida entre los pobres y el quehacer intelectual literario de esclarecer y difundir la original fuerza revolucionaria del Evangelio.
Quien se asome a su quehacer éticopolítico tendrá la sensación de que, frente a la realidad sociopolítica mundial, es difícil encontrar líderes que , con la libertad y radicalidad de él, señalen las causas y causantes de tanta desigualdad e injusticia, de tanta esclavitud y sufrimiento, de tanto cinismo e hipocresía.
El pudo comprobar la soberbia y avaricia de todo colonialismo e imperialismo y someterlos a una denuncia contundente y pública.
Su Manfiesto para el siglo XXI por la vida y la paz no tienen parangón con ningún otro que yo haya leído ni que resulte tan válido para la sociedad en que vivimos