"En el contexto litúrgico de la Epifanía se manifiesta también el misterio de la Iglesia y su dimensión misionera. La Iglesia está llamada a hacer que el en mundo resplandezca la luz de Cristo, reflejándola en sí misma, como la luna refleja la luz del sol. En la Iglesia se han cumplido las antiguas profecías referidas a la ciudad santa de Jerusalén, como la estupenda profecía de Isaías que acabamos de escuchar: "¡Levántate, brilla Jerusalén, que llega tu luz (...) Caminarán los pueblos a tu luz; los reyes al resplandor de tu aurora" (Is 60, 1 - 3)" (Benedicto XVI, Hom. 2006).
Sueño con una Iglesia "luminosa",
"atrayente", que despierte ganas de estar en ella, como se desea estar en
una fiesta. Sueño con una Iglesia que se parezca cada día más a Jesús;
que viva el Evangelio y lo predique con sus gestos, con su vida, con su
entusiasmo contagioso. Que sea pobre y sencilla, como lo fue Jesús. Sueño
con una Iglesia abierta al mundo, compasiva, dialogante, cercana y
servicial; que sea sembradora de esperanza, porque cree en
Jesús resucitado.
No está prohibido "soñar" ¿verdad?. Pidan a los
"Reyes" que me dejen algo de esto en los "zapatos" o mejor, en el corazón. Un
abrazo grande, de tu hermano PANCHO.
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