Lucidez para vivir…(Lucas
16,1-13) Domingo 22 de setiembre.
En estos días en Argentina se
desbarató una banda que traficaba ciudadanos chinos, que ingresaban por otros
países vecinos, y que luego trabajaban en negocios pertenecientes a personas
originarias de esa nación, con horarios y estilo de esclavos…El tráfico,
comercio, de seres humanos, para ser vendidos como mercancía…¿Qué dios pueden
tener quienes forman esas bandas, muchos de los cuales, junto a todos los
cómplices, nunca aparecerán? Y este tipo de tráfico se da con menores, mujeres,
órganos…Ni que decir la moda de comprar niños en países empobrecidos, o alquilar
vientres…
Esto es una muestra de lo que
sucede cuando el dinero se transforma en dios. También en cosas más simples:
cuando lo que importa es ganar, tener más, a veces para figurar, para estar a la
altura de los amigos…o compañeros de trabajo. Y eso se hace sin pagar lo justo,
o engañando…o simplemente olvidando otros valores (familia, relaciones,
comunitariedad).
La voz del Profeta Amós en el s
VIII antes de Cristo hace presente el querer de Dios que condena a quienes ponen
precio y trafican con los empobrecidos…Y esto lo repetirá Jesús: es una de las
doctrinas más claras. Si Dios deja de ser Dios en nuestra vida, si no le dejamos
el espacio suyo, único, primordial, a partir del cual organizamos nuestra
existencia…Dios no es Dios. O Dios ocupa el primer lugar, y su querer se hace
realidad en nosotros (adherimos a sus propuestas, y no solo le brindamos
alabanza, rezos, culto…pero con una vida lejana a su querer) o aparecen otros
dioses.
Algunos dicen ser creyentes en
Dios, pero Dios es solo un recurso último, o un nombre, o un sentimiento sin
sustento. El dios que organiza el mundo en este momento es el dinero (las reglas
del mercado). Y todo se subordina a él (hasta la política muchas veces,
lamentablemente).
Jesús alaba la astucia de
quienes usan mal el dinero. Y pide a los suyos ser lúcidos para que el dinero
“de la injusticia” (dice, porque muchas veces el dinero es fruto de la
injusticia) sea usado para el bien. En nuestra sociedad hay muchas muestras de
solidaridad donde se usa el dinero para bien de todos: la gente que da su tiempo
a iniciativas comunitarias, quienes son generosos para apoyar a los más débiles,
de corazón. También muchas maneras de poner en común lo que se es (cualidades,
capacidad y capacitación, etc.) y también lo que se tiene (quienes ponen su casa
para una reunión comunitaria, por ej.).
Tenemos que reconocer que los
cristianos somos bastante limitados en dar signos del Reino de Dios, en la
manera de compartir con otros: en todo caso compartimos con quienes son como
nosotros, con quienes nos gusta, con quienes tienen como nosotros…En este
sentido el cristiano es un osado para salir de sí, de su mundo individualista y
cómodo, y animarse a lo imposible. Como Jesús lo hizo con
nosotros…
El Papa Francisco nos invita
continuamente a ser sensibles, a compartir con el más débil, con los pobres de
este mundo. Y da ejemplo estando en situaciones diversas tal como lo hemos visto
en este tiempo. Será cuestión de dar todos signos de esta actitud profunda del
corazón…
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