En
profunda unión y solidaridad con todas las mujeres,
de Madrid, de España, del mundo, que sufren y gozan, luchan y festejan, lloran y
sonríen, se sienten solas y se unen para cambiar un mundo que sigue hiriéndolas,
minusvalorándolas, marginándolas, un mundo machista, violento,
asesino...
Aunque también hay otros muchos hombres que estamos a vuestro lado, luchando junto a vosotras por vuestros derechos, acompañándoos cada día.
Un gran abrazo.
Miguel Ángel Mesa.
Pero tú siempre
acuérdate,
de lo que un día
yo escribí
pensando en
ti.
(José Agustín
Goytisolo)
Recuerda siempre
estas palabras
Cuando hayas
emprendido tu propia carrera
no vuelvas tu
rostro hacia el pasado, porque
más allá del
horizonte te esperan inéditos paisajes.
Aunque la
cuchilla del frío rasgue tu piel
y las lágrimas
se deslicen hacia el viento,
sigue adelante:
una cálida brisa está aguardándote.
En tu corazón
hay un hueco donde
se depositan la
amargura y el desamor,
que poco a poco
se desvanecerán como la niebla.
Y no sucumbas al
desaliento, porque
hay mil razones
para ocupar la morada
inexpugnable de
la esperanza.
Resguárdate en
el cálido afecto de tus amigas y amigos;
ellos y ellas
sabrán ser silencio sonoro, cercanía,
presencia
ardiente, palabra oportuna.
Recoge las redes
de tu paz interior,
que sabrá
acallar lo absurdo del dolor
hasta llegar a
remontar de nuevo altos vuelos.
Y levemente, sin
percibirlo apenas,
la sabiduría se
irá haciendo un hueco
sobre el perfil
de la alegría en tu corazón.
Deja pasar la
umbría implacable del odio
para que no te
ciegue la visión, sino
que se convierta
en estímulo, indignación y ternura.
Pues ya sabes
bien que, individualmente,
nos mostramos
vulnerables, pero unidos
por un fraternal
abrazo, somos invencibles.
Tu suerte está
echada en donde se quebrante
la dignidad más
pisoteada; entonces tu palabra
se transformará
en consuelo y tus manos forjarán deseos.
Hoy te dirijo
estos versos pero, en ellos,
van impresos
miles de rostros, irreconocibles,
desconocidos y,
a la vez, tan íntimos como la sangre.
Nadie está solo
cuando se abre al fascinante
camino de la
vida, por el que llegarás a descubrir
el asombro y la
maravilla del desvelo y la caricia.
Recuerda siempre
estas palabras,
que no están
escritas para permanecer
sobre la albura
del papel, sino en la profunda
confluencia de
nuestras miradas.
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