ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha
recordado en la homilía de la misa celebrada esta mañana en Santa Marta que el
camino que indica Jesús es el del servicio, pero a menudo en la Iglesia se
busca poder, dinero y vanidad. Asimismo ha subrayado que los cristianos deben
vencer la “tentación mundana” que divide a la Iglesia y ha advertido sobre los
“trepadores” que tienen la tentación de destruir al otro “para subir alto”.
De este modo ha recordado, tal y como se lee en el Evangelio del
día, que Jesús enseñaba a los discípulos el camino del servicio, pero ellos se
preguntaban quién era el más grande entre ellos. Jesús –ha precisado el Santo
Padre– habla en un lenguaje de humillación, de muerte, de redención y ellos
hablan en un lengua de trepadores: ¿quién subirá más alto al poder?
Al respecto, el Papa ha indicado que esta es “una tentación que
tenían”, eran “tentados por la forma de pensar del mundo mundano”. Se preguntan
quién era el más grande mientras que Jesús les pide ser el último, “servidor de
todos”.
En esta misma línea, el Pontífice ha asegurado que “en el camino
que Jesús les indica para ir adelante, el servicio es la regla. El más grande
es el que sirve, el que está más al servicio de los otros, no el que presume,
que busca el poder, el dinero… la vanidad, el orgullo… No, estos nos son
grandes”. Y así ha advertido de que en toda comunidad –en las parroquias o en
las instituciones– siempre está este deseo de trepar, de tener el poder.
También en la Primera Lectura, de la Carta de Santiago, ha
añadido Francisco, advierte sobre las pasiones por el poder, las envidias, los
celos que destruyen al otro.
Y este es el mensaje también para la Iglesia hoy. Mientras el
mundo habla de quién tiene más poder para mandar, Jesús afirma haber venido al
mundo “para servir”, no “para ser servido”.
De este modo ha explicado que la envidia y los celos destruyen
todo. Por eso ha recordado que esto sucede hoy en cada institución de la Iglesia:
parroquias, colegios, episcopados… “Las ganas del espíritu del mundo, que es
espíritu de riqueza, vanidad y orgullo”, ha señalado.
Jesús –ha aseverado– ha venido al mundo para servir y nos ha
enseñado el camino en la vida cristiana: el servicio, la humildad.
Por otro lado, el Pontífice ha precisado que “cuando los grandes
santos decían que se sentían muy pecadores es porque habían entendido este
espíritu del mundo que estaba dentro de ellos y habían tenido muchas
tentaciones mundanas”. Ninguno de nosotros puede decir: ‘No, yo soy una persona
santa, limpia’, ha precisado Francisco.
Por esto, ha explicado que todos somos tentados por nuestras
cosas, somos tentados de destruir al otro para subir más arriba. “Es una
tentación mundana, pero que divide y destruye la Iglesia, no es el Espíritu de
Jesús”, ha añadido.
A finalizar la homilía, el Santo Padre ha invitado a pensar en
las muchas veces que hemos visto esto en la Iglesia y en las muchas veces que
nosotros hacemos esto. Y por esta razón, “pedir al Señor que nos ilumine, para
entender que el amor por el mundo, es decir por este espíritu mundano, es
enemigo de Dios”.
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