SanFelipeySantiago……
Que sencillo es
y cómo lo complicamos…!!!
ABRIRNOS
AL MISTERIO DE DIOS
A lo largo de los
siglos, los teólogos han realizado un gran esfuerzo por acercarse al misterio
de Dios formulando con diferentes construcciones conceptuales las relaciones
que vinculan y diferencian a las personas divinas en el seno de la Trinidad.
Esfuerzo, sin duda, legítimo, nacido del amor y el deseo de Dios.
Jesús, sin
embargo, no sigue ese camino. Desde su propia experiencia de Dios, invita a sus
seguidores a relacionarse de manera confiada con Dios Padre, a seguir fielmente
sus pasos de Hijo de Dios encarnado, y a dejarnos guiar y alentar por el
Espíritu Santo. Nos enseña así a abrirnos al misterio santo de Dios.
Antes que nada,
Jesús invita a sus seguidores a vivir como hijos e hijas de un Dios cercano,
bueno y entrañable, al que todos podemos invocar como Padre querido. Lo que
caracteriza a este Padre no es su poder y su fuerza, sino su bondad y su
compasión infinita. Nadie está solo. Todos tenemos un Dios Padre que nos
comprende, nos quiere y nos perdona como nadie.
Jesús nos
descubre que este Padre tiene un proyecto nacido de su corazón: construir con
todos sus hijos e hijas un mundo más humano y fraterno, más justo y solidario.
Jesús lo llama «reino de Dios» e invita a todos a entrar en ese proyecto del
Padre buscando una vida más justa y digna para todos empezando por sus hijos
más pobres, indefensos y necesitados.
Al mismo tiempo,
Jesús invita a sus seguidores a que confíen también en él: «No se turbe vuestro
corazón. Creéis en Dios; creed también en mí». Él es el Hijo de Dios, imagen
viva de su Padre. Sus palabras y sus gestos nos descubren cómo nos quiere el
Padre de todos. Por eso, invita a todos a seguirlo. Él nos enseñará a vivir con
confianza y docilidad al servicio del proyecto del Padre.
Con
su grupo de seguidores, Jesús quiere formar una familia nueva donde todos
busquen «cumplir la voluntad del Padre». Esta es la herencia que quiere dejar
en la tierra: un movimiento de hermanos y hermanas al servicio de los más
pequeños y desvalidos. Esa familia será símbolo y germen del nuevo mundo
querido por el Padre.
Para esto
necesitan acoger al Espíritu que alienta al Padre y a su Hijo Jesús: «Vosotros
recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros y así seréis
mis testigos». Este Espíritu es el amor de Dios, el aliento que comparten el
Padre y su Hijo Jesús, la fuerza, el impulso y la energía vital que hará de los
seguidores de Jesús sus testigos y colaboradores al servicio del gran proyecto
de la Trinidad santa.
José
Antonio Pagola
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