martes, 20 de diciembre de 2016

MENSAJE de NAVIDAD. de Atilano ALAIZ, nuestro fundador, hoy residiendo en su tierra, España, desde VIGO recibimos y compartimos.



“HE VENIDO A TRAER FUEGO A LA TIERRA”
1.“Os invito”. En estos días recibiréis, hermano y amigos, numerosas felicitaciones rebosantes todas ellas de besos y abrazos deseándoos “¡feliz Navidad y próspero Año Nuevo!”. ¿Cómo voy a faltar yo en desearos y compartir vuestras alegrías si, justamente, corrí la increíble aventura de hacerme vuestro Hermano y Amigo, siendo Dios, para que tengáis una vida desbordante y seáis felices? Pero, mirad, lo mío no es sólo “desearos” que seais felices en estas fiestas y en toda vuestra vida, sino para “ayudaros” a serlo de verdad; por el único camino posible, que fue el mío: ayudar a otros a que lo sean. Como certeramente decía Albert Camus, “no se puede ser feliz a solas”. Por eso, habéis acertado al optar por vivir y crecer en comunidad.

      Con frecuencia los amigos, para gozar y crecer en la amistad, se invitan: “Vamos a la casa del pueblo, a un lugar solitario, para convivir más intensamente, para dialogar y compartir más. Al término de la convivencia, se sienten más unidos, más amigos. A esto os invito en este tiempo de Adviento y Navidad, a comunicarnos más, a que me escuchéis más atenta y profundamente para que salgáis más unidos a mí y entre vosotros. Sabéis muy bien, lo fuerte e insidiosa que es la tentación de la rutina. Es la polilla que termina por destruirlo todo. Decía mi gran amigo convertido Charles Peguy: “Hay algo peor que ser un mediocre; es ser un rutinario”. Recordad el pensamiento de Benedicto XVI: “Está más cerca de mí un ateo o un agnóstico sincero que un cristiano rutinario”. ¿Qué liberaciones, qué experiencias nuevas, qué descubrimientos nuevos, qué nuevas alegrías vais a celebrar en estas fiestas? Porque, si no hay “novedad”, no hay verdadera “navidad”. ¿Será una navidad nueva o será una navidad repetida? Pablo, a pesar de la unión mística que tenía ya conmigo, confesaba al final de su vida: “Aunque nuestro exterior va decayendo por los achaques, lo interior se renueva de día en día” (2 Cor 4,16). 
2.“Creed en mi amor”. La revolución interior, el encendido llameante de la hoguera de vuestro interior, empieza porque os sintáis locamente queridos por mí, por el Padre y por el Espíritu. ¿Cuándo creeréis de verdad, cuando experimentaréis gozosamente mi amor? ¿Qué más tengo que hacer después de haberme hecho un crío pobre y desvalido, y después de haber muerto como un delincuente común en una cruz? Y eso, por ti, como sabiamente lo sentía Pablo: “Me amó y se entregó por mí” (Ga 2,20). Yo no entiendo de colectivos, sólo entiendo de personas, como cada uno de vosotros. Sólo los santos lo entienden bien. Esto, justamente, es lo que enloquecía y enloque de entusiasmo a todos ellos: a Agustín, a Francisco de Asís, a Juan de la Cruz, a Teresa de Jesús, a Antonio María Claret, a la Madre Teresa de Jesús. Juan de la Cruz se pasaba noches enteras abrazado a mi cruz, llorando de emoción y lamentado a gritos: “¡El Amor no es amado! ¡El Amor no es Amado!” ¿Cuándo, por fin, creréis esto hasta las lágrimas? Dejaos querer por mí de una vez por siempre. Por supuesto que volvería a correr la misma aventura de mi vida, pero siento que no acertéis a vivir ébrios de alegría por este amor loco que os profesamos. 
3º “Si conocierais…”. Si conocierais los sueños que tengo sobre vosotros, sobre cada uno de vosotros y sobre vosotros como comunidad, os quedaríais asombrados. Si vierais mis brazos llenos de dones valiosiosimos que deseo ardientemente entregaros, os quedaríais estupefactos. ¡Cuánto me duele que muchos de mis discípulos no estén con los brazos abiertos en actitud de recibirlos! Si cayérais en la cuenta de cuanto deseo que viváis una vida desbordante, llena de entusiasmo y alegría, os sentiríais conmovidos. Haríais como Francisco de Asís, del que dicen sus biógrafos que bailaba y cantaba delante del primer belén que él había construido “como un hombre que ha perdido el juicio”. Haríais como san Pascual Bailón, que cantaba, bailaba y danzaba como un hombre ebrio ante mí, presente en la Eucaristía, por eso le pusieron el sobrenombre de “Bailón”. Haríais como San Felipe Neri que, con su buen humor, era la alegría de los que le rodeaban. Afirmaba: “El que no vive alegre como unas pascuas es que no ha comprendido lo que significa la Navidad ni el banquete del Reino”. Quiero daros transfusiones de mi vida, para reanimaros, para foguearos el corazón. Recordad: “He venido para traer fuego a la tierra, ¡y cuanto deseo que arda!” (Lc 12,49). Si conocierais las grandes energías que tenéis dormidas dentro de vosotros, de cada uno y de la comunidad en cuento tal; si conocierais lo mucho que depende de vosotros, no saldríais de vuestro asombro.
4.Depende de vosotros. La milagrosa transformación interior que quisiera realizar en vosotros, el comienzo de una nueva vida, el afloramiento de las energías dormidas en vuestro interior, el que pueda “encender una fiesta continua en vuestros corazones”, como dicen los de Taizé, depende enteramente de vosotros. Os digo a cada uno de vosotros y a la comunidad lo que dije a la de Laodicea: “Mira que estoy a la puerta llamando; si uno me abre, entraré y cenaremos juntos” (Ap 3,20). Se trata de una cena festiva y jubilosa que uno no se puede perder. ¿En qué consiste abrir la puerta para que pueda entrar? Ya lo dijo el profeta Isaías: “Que los montes se allanen, que las hondonadas se rellenen, que los caminos torcidos se enderecen” (Is 40,3-5).
“Que los montes se allanen”. Hay que empezar por liberarse de toda autosuficiencia; es presciso salir del engaño de creer que estamos viviendo la mejor de las vidas. Hay que empezar por reconocer nuestras propias miserias. Os digo a cada uno de vosotros y a la comunidad en cuento tal lo que dije a la comunidad de Laodicea, una comunidad común y corriente que había caído un tanto en la rutina: “Aunque presumas de rico y lleno de vida, aunque pienses que nada te falta, eres desventurado y miserable, pobre ciego y desnudo” (Ap 3,17). No hay nada que hacer con los que se creen ricos, satisfechos y orgullosos de sí mismos y miran por encima del hombro a los demás. En los que están llenos de sí mismos no hay lugar para mí ni para el prójimo. Ya lo cantó certeramente mi Madre: “A los hambrientos, a los saben pobres, les lleno de bienes, pero a los orgullosos los despido vacíos” (Lc 1,53).
     Es necesario también que rellenar las hondonadas. No hay nada que hacer con los depresivos, con los que dicen que no hay nada que hacer ante todas las situaciones, con los que, con espíritu fatalista, sentencia: “genio y figura hasta la sepultura”? Sólo en el que tiene fe en mí puedo hacer milagros, como ocurrió en mi vida terrena. ¿No os dais cuenta de los milagros que he verificado y verifico cada día en los que tienen esa fe? ¿Me llamáis Salvador y no esperáis que os salve de nada? Os repito para la oferta que hice a los miembros de la comunidad de Laodicea: “Te aconsejo que me compres oro acendrado a fuego, así serás rico; y un vestido blanco para ponértelo y que no se vea tu vergonzosa desnudez, y colirio para untártelo en los ojos y ver” (Ap 3,18-19).
     Es también absolutamente necesario para que pueda daros transfusiones de vida que los caminos tortuosos se enderecen. Ya lo proclamé en las bienaventuranzas: “Sólo los sencillos y sinceros, los transparentes, podrán ver el rostro del Padre” (Mt 5,8). Sigo dando gracias al Padre por ello: “Bendito seas, Padre…, porque, si has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, se las has revelado a la gente sencilla; bendito seas, por haberte parecido eso bien” (Mt 11,25-26). Repito: “Os aseguro: si no cambiáis y no os hacéis como niños, no podéis pertenecer al Reino de Dios” (Mt 18,3-4). Sólo en las aguas limpias se puede reflejar el rostro de nuestra Familia Divina. Los espíritus enrevesados están incapacitados para gozar del misterio jubiloso de la Navidad.
5.Con los otros.Se requiere otra condición imprescindible para que yo pueda entrar en vuestro interior y podamos celebrar gran fiesta juntos en vuestros corazones: que abráis también la puerta a mis hermanos. Yo nunca entro solo. Los de Emaús pudieron gozar de mi presencia porque invitaron a pernortar en su casa al que creían que era un compañero de viaje cualquiera, pero que era yo. Yo hago como aquel hombre distinguido que tenía un hermano pobre. Le invitaban los amigos a fiestas en sus casas, pero él les advirtía: “Yo, siempre con mi hermano; acepto la invitación si le invitas también a él”. Cuando abrís la puerta al hermano, entonces, sólo entonces, entro yo para hacer fiesta. Aquel niño pobre que nací en una cuadra hace vintiún siglo, hoy soy todo aquel que está a la intemperie. De verdad. Estas condiciones para la fiesta no son ocurrencias mías; sin ellas, no puedo hacer nada.¡Cuánto me gustaría que la celebración de mi nacimiento significara para vosotros un re-nacimiento! ¡Os amo tanto! No sólo os deseo que seáis más felices; os señalo la forma y os ayudo a serlo, con la luz y la fuerza de mi Espíritu. Brindaremos con el mejor de los vinos de solera: mi propia Sangre. ¡Aquello sí que será fiesta! Vuestro Hermano y Amigo,        Jesús de Nazaret.
PARA LA REFLEXIÓN, LA ORACIÓN, EL DIÁLOGO Y EL COMPROMISO1º-¿Qué reacciones, qué sentimientos y qué comentarios suscitan en mí las lecturas bíblicas y esta reflexión? 2º-¿Qué actitudes necesito (necesitamos)asumir para tener una experiencia nueva de encuentro con el Señor? 3º- ¿Qué pasos hacia adelante creo que he dado (hemos dado) en el 2016? 4º- ¿Qué pasos hacia adelante creo que espera de mí (de nosotros) el Señor en el 2017?5º ¿Qué propuestas puedo hacer para el bien personal, grupal o comunitario?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Multimedia


PARTE 1

PARTE 2

Bielli - Bernada