Al escuchar las respuestas del papa Francis durante la rueda de prensa en el avión , de regreso de América del Sur , en el tema complejo y dramático de abusos en Chile y Perú , en particular, en el caso del Obispo de Osorno , el chileno Juan Barros , cuenta -se varios pasajes que, hasta hoy, habían sido percibidos, contados y ampliados de modo radicalmente diferente. IHU. Adital
La nota es Luis Badilla , publicado en el blog Il sismógrafo , 01/22/2018. La traducción es de Moisés Sbardelotto .
Lo que sucedió en esta peregrinación internacional del Papa debía ser estudiado a fondo, y, sobre todo, los especialistas y responsables de la comunicación vaticana deberían sacar las lecciones oportunas.
El Vaticano y los obispos chilenos quedaron en silencio por un largo tiempo, sin razón, sobre la cuestión de Barros . Y, al escuchar las respuestas del Papa, sorprende ese silencio injustificado y autodestructivo de la Iglesia. Si algunas cosas están, o estaban, de la forma en que fueron contadas por el Papa, no se entiende por qué se silenció por tanto tiempo. Parece un comportamiento autodestructivo.
Escuchar al Papa, el primero que explica y aclara con oportunos y decisivos momentos precisa y fidedigna detalles del caso de los sacerdotes Chile asociados en el pasado carisma del sacerdote Fernando Karadima (y condenados en Chile y el Vaticanopor abusos y otros delitos ), luego viene a la mente una reflexión casi obvia, que podemos proponer así: ¿por qué no se contó inmediatamente cómo las cosas estaban en el momento oportuno? ¿Por qué se han inventado "secretos" innecesarios y por qué se consideró necesario ser poco transparente? Y, sobre todo, por qué ha elegido para marginar a los laicos de Osorno, aun sabiendo que podía hacer una contribución esencial para gobernar el caso? ¿Por qué se continuó creyendo que en 2018 y en la era de la red la Iglesia puede comunicarse como hace 50 años o incluso como en los siglos pasados?
Pensar así es un anacronismo que daña seriamente la imagen de la Iglesia como vimos en esas décadas con la historia de los abusos ocultos.
Esta delicada historia, ciertos pasajes se han vuelto tan complicado, confuso y oculto, que hoy el Francisco , en respuesta a las preguntas, tuvo que ser justificado. Y para hacer que se vio obligado a decir cosas que, si hubieran sido publicados o adecuadamente explicada por el Vaticano o la Iglesia chilena en el tiempo requerido, la historia seguramente no habría tomado el curso que sabemos.
Tal vez esa experiencia y esas vicisitudes dolorosas para todos los miembros de la comunidad eclesial, aunque no aclaradas definitivamente, pueden enseñar que el ocultamiento y la no transparencia hoy no valen la pena y siempre se vuelven en contra.
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