Alta población de perros aumenta el riesgo de
mordeduras en niños
10 de
noviembre de 2018 | Escribe: Amanda
Muñoz en Calidad de vida
96%
de las mordeduras de niños que consultaron en la emergencia del Pereira Rossell
fueron causadas por perros; la mitad era de su entorno.
“Mordeduras por animales en niños. ¿Cuál es la situación actual
en el Departamento de Emergencia Pediátrica del Centro Hospitalario Pereira
Rossell [CHPR]?” es la pregunta que se hicieron siete docentes de la Facultad
de Medicina de la Universidad de la República y del Departamento de Emergencia
Pediátrica del CHPR, y que da nombre al artículo que publicaron en la revista Archivos de Pediatría
del Uruguay en
febrero. Se trata de un estudio descriptivo que relevó las historias clínicas
de niños que consultaron en la emergencia del CHPR entre el 1º de enero de 2013
y el 31 de diciembre de 2015.
A lo largo de esos tres años hubo 872 consultas de niños
mordidos, lo que representó 0,5% del total de consultas. Los lesionados tenían
entre un mes y 14 años, con una media de edad de seis años. En 90% de los casos
(790), las lesiones fueron leves; las moderadas, que requirieron internación en
cuidados moderados, fueron 7,2% (70 casos) y hubo siete situaciones de gravedad
(0,8%), en la que los niños debieron ingresar a la unidad de cuidados
intensivos (UCI). Cuanto más chico es el niño, mayor es el riesgo. Las lesiones
en la cara, el cuello y el cuero cabelludo son más frecuentes en los más
pequeños, porque esas áreas quedan a la altura del perro; los más grandes
sufren más mordeduras en miembros superiores e inferiores, ya que tienden a
defenderse, explicó a la diaria Javier Prego, profesor grado 5 de
Emergencia Pediátrica de la Facultad de Medicina y autor de la investigación,
junto a Alejandra Cedrés, Fabiana Morosini, Carla Margni, Adriana López, Miguel
Alegretti y Patricia Dall’Orso. “Los pacientes que ingresaron a UCI presentaron
lesiones de cara y cuero cabelludo severas, todos requirieron cirugía y tres,
asistencia ventilatoria mecánica. Ningún paciente falleció”, expresa el
estudio. Sí había muerto un niño en 2012.
En relación al tratamiento, la investigación indica que 428
niños (49%) requirieron tratamiento quirúrgico (suturas) y que 88% recibió
tratamiento profiláctico con antibióticos (98% tenía vigente la vacuna
antitetánica). 20 niños presentaron secuelas estéticas de leves a moderadas, y
seis sufrieron secuelas severas: hubo dos amputaciones de falanges, dos niños
quedaron con “asimetrías faciales secundarias a la lesión de séptimo par
craneal”, hubo un arrancamiento completo de pabellón auricular y una secuela
estética facial severa.
De acuerdo al relevamiento, 62% de los niños mordidos fueron
varones; según Prego, los niños sufren más lesiones que las niñas porque suelen
ser “más investigadores, más inquietos, de tomar acciones más arriesgadas”. La
mayor parte de los incidentes (58%) ocurrió en primavera y verano. En 441 casos
(51%) el animal era conocido (274 de la familia y 134 de un vecino); 415
situaciones ocurrieron (48%) en el domicilio o peridomicilio. En 11% de los
casos el perro era desconocido (94 casos), y faltaban datos respecto de 336
situaciones (38%).
Incidencia
Según Prego, las mordeduras son un motivo frecuente de consulta
en los servicios de urgencia y emergencia pediátrica, y por eso es importante
hacer investigaciones de forma periódica, para evaluar si hay cambios en la
epidemiología. “Este tipo de lesiones persisten con resultados similares a
estudios anteriores”, expresaron los autores. Un informe de 2016 de la División
de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública (MSP) detectó que ese año
había recibido 2.684 notificaciones de casos de personas mordidas y que la
tercera parte correspondía a menores de 15 años. En base a ese último
relevamiento, Prego estimó que son entre tres y cuatro los niños que consultan
por mordeduras por día, pero subrayó que hay una subnotificación: la
investigación halló que sólo 148 de los 872 casos habían sido denunciados al
MSP. Las mordeduras de animales son de notificación obligatoria, porque
implican exposición a riesgos, por ejemplo, infección por bacterias y virus que
pueda transmitir el animal, explicó Prego. Si bien Uruguay no tiene casos de
rabia humana, el virus circula, porque está presente en murciélagos y en
animales salvajes. La investigación alienta a denunciar los casos y esa actitud
se volvió más insistente en el CHPR a partir de este estudio, dijo Prego.
La gran mayoría de los casos relevados (83%) procedía de
Montevideo, por lo que al total nacional hay que sumarle los casos del interior
y los que se atienden en centros privados.
Relevamientos internacionales registran que las mordeduras
constituyen 1% de las consultas en emergencia. Los docentes evaluaron que este
fue un motivo de consulta “poco frecuente” en el CHPR, pero identificaron “un
elevado porcentaje de morbilidad y algunas secuelas importantes”.
Las mordeduras de perros son un tema persistente en el tiempo, y
eso preocupa. La investigación cita que la Organización Mundial de la Salud
recomienda que cada país mantenga una relación persona/perro de seis a uno,
pero se estima que en Uruguay hay un perro cada tres personas (1.742.000
canes). Prego señaló que eso determina una mayor exposición de niños a
situaciones de riesgo y puede explicar que se mantenga el problema.
Si bien faltan datos de los animales agresores, el estudio halló
que 76 niños fueron agredidos por un pitbull, diez por un ovejero alemán, diez
por un cimarrón, cinco por un rottweiler y cuatro por un labrador. Prego dijo
desconocer cómo puede influir cada raza en el grado de agresividad, pero
comentó que es una realidad que los animales de gran porte y con mandíbulas
grandes, como el pitbull, pueden provocar un daño mayor que un caniche, por
ejemplo.
Por todo esto, los autores reafirman la necesidad de mejorar el
conocimiento de la conducta animal y educar a padres y niños en el vínculo que
deben tener con las mascotas.
Recomendaciones
• Lo ideal es tener al animal desde cachorro, y si es de raza,
asesorarse con un veterinario sobre cuál conviene para cada situación.
• Cualquier perro puede morder y lesionar, independientemente de la raza y el tamaño.
• Las lesiones más graves suelen producirse en niños menores de cuatro años.
• Al interactuar con el perro, los niños deben estar siempre supervisados por un adulto; no dejar a bebés solos con el animal.
• Los animales pueden sentirse amenazados ante la presencia de extraños; debe tenerse cuidado cuando otros niños visitan.
• Los perros deben tener su propio espacio para comer y dormir; no deben dormir en la cama del niño.
• Educar a los niños para que no molesten a los perros mientras duermen, comen, están enfermos o ante el nacimiento de cachorros.
• Evitar juegos entre el niño y el perro que involucren comportamientos agresivos.
Fuente: Sociedad Uruguaya de Pediatría
• Cualquier perro puede morder y lesionar, independientemente de la raza y el tamaño.
• Las lesiones más graves suelen producirse en niños menores de cuatro años.
• Al interactuar con el perro, los niños deben estar siempre supervisados por un adulto; no dejar a bebés solos con el animal.
• Los animales pueden sentirse amenazados ante la presencia de extraños; debe tenerse cuidado cuando otros niños visitan.
• Los perros deben tener su propio espacio para comer y dormir; no deben dormir en la cama del niño.
• Educar a los niños para que no molesten a los perros mientras duermen, comen, están enfermos o ante el nacimiento de cachorros.
• Evitar juegos entre el niño y el perro que involucren comportamientos agresivos.
Fuente: Sociedad Uruguaya de Pediatría
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