Al comienzo de la reflexión Atilano nos
dice: “Es muy posible que nos parezca no estar
reflejados en los personajes de la parábola y que por lo tanto está alejada de
nuestra realidad.”
A primera vista sí, no parece tengamos nada
que ver con lo sucedido en esa familia; el sábado, hoy nos colocamos frente al
ordenador ya que aún no podemos realizar presencialmente las reuniones, nos
sentamos en la mesa familiar de la Eucaristía.
No tenemos nada que ver con el hermano mayor, nosotros no nos negamos a participar con los
que han vuelto, con los que volverán .
Sabemos que hay banquete
Eucarístico hoy a las 18 y acá estamos sin más. Creo nos apresuramos diciendo nada tenemos
que ver con estos dos hermanos.
Sabemos hay familias que nacieron con el
sueño de unidos, felices ; y la realidad cotidiana les golpea de
manera muy diferente. En las familias de Dios hay diversas clases
de hijos, están los correctos que son mayorías con matices, sí, que dan satisfacciones, colaboran con los
hermanos menores, a veces alguna
contrariedad pero es lo normal en la vida.
Son una indecible gracia para la familia y la comunidad. Están también lo/as otra/os que están en casa, pero no son de casa, no viven el calor del hogar. Vienen al templo, pero no son Iglesia, en
todos lados son huéspedes ¿ He pertenecido a alguna de esta clase de hijos?
En la parábola los dos hijos eran pródigos;
los dos estaban fuera de casa, uno
físicamente el otro
psicológicamente.
Qué rasgos debemos tener los que queremos
vivir como hijos en la casa del Padre?
Espíritu de familia:- Somos muchos los cristianos que no estamos
integrados en comunidad, que vamos
por la libre, vivimos nuestro, mi cristianismo. La Eucaristía es como comida delivery, no comida de familia, de comunidad.
Actuar desde la gratuidad.- Los hijos interesados, que están en casa, pero no son de
casa; los que hacen del culto religioso
un intercambio de votos, cumplimientos, rezos, rosarios a cambio de favores
divinos.
El
verdadero hijo y hermano vive y actúa desde el amor.
Cristiano desde la generosidad.-
¿A qué estoy obligado se y pregunta el mediocre? Eso no es pregunta para el hogar, la comunidad, eso es en una empresa. La generosidad cristiana es de amor y servicio. Cambiemos:
¿Qué tengo de obligación de hacer por ti?
Por: ¿Qué puedo hacer por ti?
Las llamadas de Dios son múltiples y
resuenan constantemente; todo depende de nuestra atención y nuestro silencio
para escucharlas
Complementando el relato escuchado, Jesús
afirma: “En el cielo se hace fiesta por cada arrepentido que se
convierte”. Seguramente es un gran
acontecimiento para la familia de Dios peregrinante y gloriosa. Se trata de una
resurrección:
“Tú hermano
estaba muerto y ha resucitado”
Comentario del
dgo 4° de Cuaresma. “Del Don de la
Palabra” C.C. de Atilano ALAIZ. Versión
libre, abreviada, con vocabulario adaptado. Autorizada por el autor. José Eduardo Bernadá