viernes, 22 de septiembre de 2023

COMENTAMADILENE.- El actuar de Dios es contracultural, por eso es tan difícil de entender y más de aplicar !!!

 

 Primero me gusta pensar en la viña. En ser viña para Dios.    Que Él me tenga como su viña y en ella cultivar su amor divino y su misericordia, y yo  por vocación dar frutos buenos, dulces y duraderos.

 Donde  crecí, no había una viña.      Solo una gran parra, que nos daba una hermosa sombra y unas ricas uvas, pero veía a mi abuelo curarla con cariño y dedicación contra las plagas, y podándola para que diera buen fruto para el disfrute de la familia y vecinos.

  El brote aparecía  un día verdecito, pequeñito y no lo veíamos crecer hasta que cuando llegaba el verano, un día nos levantábamos y  habían hermosos racimos,  perfumados.

 Así es Dios, trabaja en el silencio,  día y noche desde que somos un brotecito diminuto hasta transformarnos en un hermoso y perfumado racimo.

 Todo lo anterior es muy bonito y cierto pero en realidad ese racimo hermoso  y perfumado se contamina de alguna forma y acuña uno de los sentimientos más  feos  pero muy comunes, la envidia.

 Según la RAE la envidia es un:     “sentimiento de tristeza o enojo que experimenta  la persona que no tiene o desearía tener para sí sola algo que otra posee”.

 Esa es la lógica del mundo.    Es lo que nos han enseñado  como definición de justicia.  Para el mundo no es justo que los últimos obreros ganen  lo mismo que los  que llegaron primero,  aunque el valor monetario haya sido el acordado.

”Amigo  no te hago ninguna injusticia”   Así es el Dios de Jesús, así es el Dios de la salvación, así es el Dios de «mis planes no son sus planes, mis caminos no son sus caminos».   Sus criterios de justicia no son los nuestros.   El actuar de Dios es contracultural, por eso tan difícil de aplicar en el mundo capitalista en que vivimos.

 En ese relato vemos que todos los obreros pudieron llevar un jornal a casa, unos por la justicia infinita y otros por la generosidad infinita de nuestro Dios.

 Pero eso solo sucede en el Reino de Dios, donde abunda el perdón,  la  misericordia y  la bondad  infinitas.

 Y también  esta parábola nos hace tomar conciencia que todo viene de Dios, por su amor por nosotros y su gratuidad. Es amor de Padre Bueno.

 Tengo la total  confianza  de que Dios me sale a buscar en todas las horas, no me deja librada a mi suerte. Viene a buscarme y me ofrece su reino de justicia amor y bondad.

 Y también que cuando lo acepto, Él me cuida como mi abuelo a sus racimos para que den fruto bueno y perfumado.  Madilene

 

 

 

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