La censura de los gobiernos de PP y Vox ya amenaza las libertades
- Lope de Vega, Virginia Woolf, Buzz Lightyear y la
bandera LGTBI: la cruzada de la extrema derecha y la derecha ha arrancado
allí donde ambas se han comenzado a repartir el poder tras las elecciones
autonómicas y municipales del 28 de mayo
- — El
manifiesto de la campaña contra la censura de PP y Vox: “Pretenden
silenciarnos y no lo vamos a permitir”
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“El lunes quemamos a Millay; el miércoles, a Whitman; el viernes,
a Faulkner, los reducimos a cenizas y luego quemamos las cenizas. Ese es
nuestro lema”. Fahrenheit
451, la novela distópica de Ray Bradbury publicada en 1953,
parece estar cobrando forma 70 años después en la España que dibujan PP y Vox a
golpe de censura: ni Lope de Vega, ni Virginia Woolf, ni Buzz Lightyear, ni un
maestro republicano, ni la bandera LGTBI: la cruzada de la extrema derecha y la
derecha de siempre contra la cultura ha arrancado allí donde se han comenzado a
repartir el poder tras las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo.
Y supone una primera muestra de lo que está a la vuelta del 23J a 451 grados
Fahrenheit (la temperatura a la que arde el papel, 232ºC).
· La distopía de Bradbury muestra la lucha entre el deseo por el conocimiento y una sociedad de la ignorancia. Y la realidad de PP y Vox tiene que ver con eso, pero también con la persecución del diferente y, en concreto, el colectivo LGTBI y su visibilidad en producciones culturales.
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Así, el partido de Santiago Abascal, allá donde gobierna con el
PP, ha vetado en Valdemorillo (Madrid) una obra de Virginia
Woolf sobre homosexualidad; ha censurado la última película
de Buzz Lightyear en el municipio cántabro de
Santa Cruz de Bezana por el beso de dos mujeres –coincidiendo con una campaña
del colectivo ultracatólico CitizenGo, marca
internacional de HazteOír contra la productora por
ser “un rehén de los activistas LGTB empeñados en corromper” a los niños
“mediante el adoctrinamiento homosexual”–; ha cancelado en Briviesca (gobernado
por el PP con el apoyo de Vox y de Ciudadanos) una obra de teatro que
homenajeaba a un maestro de la Bureba (Burgos) que fue
fusilado en julio de 1936; y ha continuado su cruzada contra la bandera LGTBI,
a la que el vicepresidente de Castilla y León, Juan García-Gallardo, se refirió
como “un trapo arcoíris”.
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Pero hay más. El partido de Abascal en el municipio madrileño
de Getafe, donde está en la oposición, ha pedido al Ayuntamiento que retire
“las insinuaciones sexuales” de 'La villana de Getafe', una obra de teatro de
Lope de Vega que se representó en la ciudad.
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El mundo que imaginó Bradbury, y que se empieza a hacer realidad
en la España de 2023 donde gobiernan PP y Vox, tiene un hilo negro que le
conecta con la España franquista que ejerció durante cuatro décadas un férreo
control de las libertades, el pensamiento y la cultura y que encarna aquel
episodio de Millán Astray ante Miguel de Unamuno en la Universidad de Salamanca
en octubre de 1936 en el que el militar golpista exclamó contra la razón:
“¡Mueran los intelectuales! (o, de acuerdo con otras versiones, '¡Muera la
inteligencia!') y ”¡Viva la muerte!“.
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Ya dijo Santiago Abascal que el Gobierno de Pedro Sánchez era el
peor en ocho décadas, indultando así a todos los gobiernos no democráticos del
dictador. Un líder de Vox que no ha parado de dar la cara por el legado
franquista al estar en contra de las exhumaciones de Cuelgamuros, la ley de
memoria democrática y al incorporar en sus filas viejos militantes de la
Falange, como su líder en el Parlamento Europeo, Jorge Buxadé.
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“Vuelven a decir que hay
cosas que no se pueden decir”
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La actriz Marisa Paredes ha hecho un duro discurso contra la
censura durante el acto de inicio de campaña de Sumar en A Coruña este jueves:
“¿Pero qué es esto, cómo pueden tener tanto miedo a la libertad, a la
cultura?”, se ha preguntado.
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Para Paredes, los vetos tienen que ver con “una represión y una
sensación de impunidad” que “les hace pensar que son dueños del país, del alma
de la gente” y que pueden “hacer las mayores barbaridades con toda
tranquilidad”. “No tienen un sentido moral de la vida, no conocen lo que es la
moral”, ha reprochado la intérprete en referencia a lo ocurrido con la
cancelación de una obra de teatro sobre un maestro
republicano fusilado y otra de Virginia Woolf que aborda
la homosexualidad, entre otros casos.
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“La censura a la cultura es algo que ya pensábamos olvidado porque
nos costó mucho llegar a conseguir que no hubiera censura en este país. Y ahora
vuelven a censurar. Vuelven a quitar obras de teatro. Vuelven a decir que hay
determinadas cosas que no se pueden decir”, ha lamentado la actriz en la línea
del manifiesto publicado
recientemente por el mundo de la cultura ante la censura aplicada por PP y Vox.
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Como respuesta, el cantante Rayden no cerrará su carrera musical
en Alcalá de Henares, ciudad que lo vio nacer en 1985. El artista ha cancelado
el concierto por el cambio de color político del Ayuntamiento donde, tras el
28M, gobiernan en coalición el PP y Vox –a pesar del que el PSOE fue la fuerza
más votada–. Rayden
ha dicho que cancela la actuación por “obligación moral” tras la “llegada de la
extrema derecha a las concejalías”.
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“Comunismo o libertad”, proclamaba Isabel Díaz Ayuso en la campaña
electoral de 2021. Pero lo que no decía la presidenta madrileña es que esa
libertad de las derechas traería consigo una persecución de la cultura más
propia de tiempos en blanco y negro o de otras latitudes.
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Por ejemplo, la Comisión Europea ha expedientado a Hungría por una
ley que prohibía o limitaba el acceso a contenido que promueve la llamada
“divergencia de la identidad propia correspondiente al sexo al nacer, cambio de
sexo u homosexualidad” para personas menores de 18 años; y un descargo de
responsabilidad –disclaimer– en
libros para niños con contenido LGTBIQ.
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Y en relación con Polonia, la Comisión Europea ha cargado contra
las llamadas “zonas libres de ideología LGTBI” adoptadas por varias regiones y
municipios polacos. Algo que tiene mucho que ver con lo que ha pasado en el
municipio de Náquera (Valencia) recientemente, que se ha convertido tras las
pasadas elecciones municipales del 28 de mayo en el primero de la Comunitat
Valenciana gobernado por Vox gracias al pacto con el PP: el documento,
publicado en
la página de Facebook de la formación ultra,
incluye puntos como el veto a las banderas LGTBIQ+ en edificios públicos y
la decisión de “sustituir las concentraciones de 'No a la violencia machista'
por 'No a la violencia' o 'Condenamos toda violencia'”.
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Pero el hilo negro no es solo con la dictadura, con Hungría y con
Polonia. También es con los ultras del Partido Republicano de EEUU. Blanco y
heterosexual. Así parece que hay que ser para encajar en el modelo de sociedad
que propone el gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien
se está erigiendo como adalid institucional del neoconservadurismo
estadounidense. Desde su atalaya estatal, se ha dedicado a aprobar una serie de
leyes que atentan directamente contra los derechos de las minorías o, como a él
le gusta llamarlo, contra el pensamiento woke. En una medida parecida al pin parental defendido por Vox,
DeSantis ha llevado su cruzada a las aulas, donde está bloqueando el acceso de
niños y adolescentes a los libros que aborden la orientación sexual, la
identidad de género o la teoría crítica racial.
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En el pasado ha habido jueces que han sentado en el banquillo a tuiteros
por bromear sobre Carrero Blanco; ha habido quien ha llevado a los tribunales a
unos titiriteros por mostrar un cartel que decía “Alkaeta”; incluso ha habido
jueces que han condenado a músicos como Valtònyc, César Strawberry (luego
absuelto por el Supremo) y Pablo Hasel.
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Pero la censura de que están aplicando PP y Vox allá donde
gobiernan ya está amenazando libertades que parecían irreversibles. “Podréis
vencer, pero no convencer”, decía Unamuno antes del exabrupto de Millán Astray.
Y el próximo 23J se verá quién vence en las urnas, y si la censura que ya se
está aplicando en algunos municipios se empieza a ejercer también desde el
Consejo de Ministros.
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En lugar de avanzar en el terreno político ampliando derechos, las derechas (valga la paradoja) se desplazan como el cangrejo.
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